Columbretes. Las islas de las serpientes (2ª parte)

Columbretes. Las islas de las serpientes (2ª parte)

Las islas fueron hasta principios del siglo XIX un lugar aislado, estéril y conocido de pocos, entre los que se encontraban no solo pescadores sino también piratas, corsarios y contrabandistas. Se dice que en la época del emperador Carlos V y su hijo el segundo Felipe, varios corsarios turcos utilizaron estos peñascos como punto de partida en las razzias que asolaban las costas valencianas, siendo Vinàros y Benicàssim algunos de sus destinos predilectos. Luego, durante las guerras del XVII y XVIII, llegó el turno de piratas franceses e ingleses cuya predilección por las costas mediterráneas era cosa sabida, sobre todo entre los mercaderes catalanes y valencianos que comerciaban con las posesiones italianas.

En el fondo... Autor, Relojesparatodos

En el fondo… Autor, Relojesparatodos

La historia del contrabando en Columbretes es digna de ser contada. Muchos contrabandistas eran de origen mallorquín, aunque en la mayoría de los casos hacían ondear bandera inglesa para enfriar cualquier intento de abordaje y requisado de cargamento. En La Foradada los profesionales del estraperlo encontraban un refugio ideal, puesto que al fondear en este agujero marino los barcos evitaban así ser descubiertos por los servicios de vigilancia. Por desgracia (o suerte, según se mire) la dicha les duró poco, ya que los guardas, hartos de esta situación comprometida, hicieron volar parcialmente el túnel y soterraron el fondo haciéndolo casi inviable para las embarcaciones.

Ocultos en Las Columbretes. Autor, Miquel Llop 3

Ocultos en Las Columbretes. Autor, Miquel Llop

La Foradada no era sin embargo el único rincón peligroso, y durante la época del faro, a partir de mediados del siglo XIX, llegaron a contabilizarse varios naufragios entre estas islas y peñones desolados. Uno de los más sonados fue el de la San Felipe, el 28 de marzo de 1865, cuando al dar la voz de alarma los fareros que vivían en l’Illa Grossa descubrieron un barco encallado entre las rocas y acudieron a salvar a la tripulación. Este hecho constituyó un acontecimiento de primer orden en la aislada vida de los fareros, ya que estas gentes debían permanecer 3 largos meses en el lugar hasta la llegada del reemplazo. Era una vida de aislamiento, casi absoluta si no fuera por las ocasionales visitas de pescadores y, sobre todo, el atraque cada dos semanas del barco de avituallamiento procedente de Valencia. Entre tanto, la vida de los fareros transcurría entre la vigilancia y mantenimiento de la instalación, la pesca y el cuidado de pequeñas huertas dedicadas al cultivo de hortalizas. Con la suelta de conejos tuvieron un medio de abastecerse de carne fresca (aunque con el tiempo llegaron a constituir una plaga) mientras que el pan lo producían ellos mismos en el horno moruno construido para la ocasión.

Continuará…

Como un barco. Autor, jfranpervad

Como un barco. Autor, jfranpervad