Descubriendo el Castillo de Sufera (Cabanes, Parque Natural del Desert de les Palmes)

Descubriendo el Castillo de Sufera (Cabanes, Parque Natural del Desert de les Palmes)

Actualmente, esta extendida la creencia que del Castillo no queda nada, incluso hay quien cree que como Castillo de la Sufera, se denomina únicamente a la roca cretácica inaccessible que con sus escarpadas paredes asemeja un Castillo, siendo el mismo inexistente. Creando un halo de lugar misterioso.
Lo cierto, es que he podido comprobar como si que quedan restos tanto del Castillo como de su aldea, para acceder a estos restos hay que hacerlo desde su vertiente Este, comenzando a caminar desde el fondo del barranco de Miravet, abriéndose paso entre la maleza.
Cualquier otro intento de acceder desde otra vertiente, requeriría de un nivel muy elevado de escalada, por ejemplo, accediendo desde el camino que une el paraje de les Santes con la cima del Bartolo, pues siguiendo una senda por la cresta de la roca, llegaríamos a un precipicio de bajada y a una pared vertical de subida hasta el Castillo para salvar la brecha que lo aisla.
Para hablar sobre la ocupación humana de este lugar, hay que remontarse a la edad del Bronce, ya en aquella época, se estableció un poblado en la zona plana de la vertiente sur, junto al precipicio que la delimita por el sur.
Resulta evidente que el lugar reunía condiciones de habitabilidad para aquellos grupos, pues el farallón rocoso, ofrecía seguridad en caso de necesitarla.
Ya hace años D. Josep Lluís Viciano Agramunt, encontró tiestos de cerámica de la edad del Bronce y una punta de flecha realizada en silex provablemente caída desde el aterrazamiento superior, así como un talón de hacha de la misma época.
Durante mis prospecciones los años 2017 y 2018, he podido encontrar cerámica de la edad del bronce, destacando un tiesto con unas incisiones haciendo ondas y una pieza de silex trabajada con algunos golpes. Durante una visita realitzada con D. Josep Lluís Viciano y el arqueólogo de la Diputación de Castellón D. Gustavo Aguilella, el mes de diciembre de 2018, pudimos encontrar más cerámica realizada a mano, sin torno, de la edad del bronce, una piedra de rodeno (traída de otro lugar) con incisiones que denotan su utilización como afiladora y un fragmento de hoz de sílex.
Del poblado de la edad del Bronce, no es posible distinguir los hogares, únicamente quedan los vestigios que he nombrado y una larga pared haciendo funciones de aterrazamiento, probablemente para albergar la construcción de cabañas, junto a una terraza natural en la roca, lugar privilegiado, bien orientado, junto a los precipicios recayentes al barranco de la Codina.
Centrándonos en el Castillo de Sufera (Castrum Çufera), lo que queda del mismo, está en el interior del valle de Miravet, situado sobre una plataforma rodeada de precipicios, cuyo punto culminante se eleva a una altura de 501 metros sobre el nivel del mar, en el término municipal de Cabanes.
En los primeros siglos de la Edad Media, se produce una ocupación de altura en lugares fortificados y una disminución de la población en las zonas bajas. Este poblamiento en altura, sugiere la imagen de una población de condición libre y economía fundamentalmente pastoril o en el caso que nos ocupa, también agrícola, pues el barranco de Miravet muy próximo ofrece muchas posibilidades de cultivo. Los husun o castillos rurales serán uno de los rasgos fundamentales del trasfondo social de la proyección musulmana en la región valenciana, dando refugio a las comunidades rurales libres asentadas en su territorio en caso de peligro.
D. Guillermo Andreu Valls, cronista Oficial de Cabanes, nos comenta que: “la huella de los árabes en el actual territorio del Desierto de las Palmas y alrededores, ha quedado patente en los topónimos de los castros más famosos de su entorno: los castillos de Albalat, de Miravet y de Zufera, que, con sus empinadas, agrestes y románticas ruinas, tienen todavía para las gentes del territorio el encanto subyugante del “tiempo de los moros”.
Andreu Valls, nos aporta un interesante dato para el conocimiento del Castillo de Sufera y de su historia; “…….casi nos atreveríamos a decir que es de la época en que la Zufera dominaba el territorio de Miravet. Es un documento latino de San Juan de la Peña del año 1100 – casi contemporáneo de la lápida (sepulcral árabe) de Aafra, de Albalat (datada en el año 1061 de nuestra era cristiana) – que ha sido estudiado y transcrito por Don Ramón Menéndez Pidal y contiene la donación que el rey Pedro I de Aragón (1094 – 1104) hace a Muño Muñoz del “castello de Azafuz” en “era M C XXX VIII in mense julio in Orpin (?) in anno quando fuit fabricata Azafuz”, castillo inmediato a Guelga, Orpesa o Auropesa y Castiglione, identificamos éstos por el ilustre polígrafo con Culla, Oropesa y el primitivo Castellón de la Plana, y diciendo del primero: “Azafuz me es desconocido”. Para nosotros este enigmático Azafuz es el castillo de Zufera, pues basta leer la palabra en sentido inverso, al modo árabe, para que nos de Zufaza o Zufera, trueque motivado, sin duda alguna, por la transcripción al mencionado documento latino del topónimo árabe inadvertido por el escriba medieval, teoría que expusimos en 1967 al ilustre filólogo Dr. Manuel Sanchis Guarner que la ha considerado plenamente admisible teniendo en cuenta además las referidas circunstancias geográficas.”
Nótese que en el documento del año 1100, se dice que el castillo de Sufera fue fabricado en el año 1138, lo que sin duda debe ser un error, no puede hablarse en el año 1100 del año 1138. Nuestra teoría es que se debe a un error en el orden de las letras latinas, debiendo estar la M y la C cambiadas, por lo que el año sería el 938.

La Sufera vista desde el camino de les Santes al Bartolo

En el siglo XI, los aragoneses pasaron a ocupar zonas situadas al Norte del Mijares, o al menos parte de ellas, convirtiéndose esta zona en un importante punto estratégico, dado que eran los primeros territorios costeros conquistados por los aragoneses, la documentación de la época prueba que en los años 1093 a 1103 había señores o gobernadores aragoneses en la Plana de Castellón, en Montornés, Miravet, Oropesa y Culla. Incluso, como hemos visto, hay un documento del año 1100 por el que el rey Pedro I de Aragón concedió a un tal “Muño Muñoz” (Monnío Monnióz en el texto original) un nuevo Castillo llamado Azafuz (Sufera) y una villa llamada Ova para poblarla. Ambos situados en el término de Montornés. Pero después del año 1103 las fuerzas aragonesas tuvieron que abandonar la comarca a los almorávides, que ya se habían apoderado de Valencia en el año 1102, por lo que resulta probable que el Castillo de la Sufera no llegara a repoblarse por los aragoneses en ese periodo de tiempo, o si lo hizo fue muy brevemente.
Los sitios mencionados en el documento del año 1100 hallado en San Juan de la Peña, no son posiciones aisladas sino que se enlazan armónicamente con otras fortificaciones en una estructura militar que se ampara en la montaña rehuyendo las llanuras marginales.
Estos castillos estaban enlazados por un camino interior que en aquel tiempo debió estar muy transitado porque a su paso se encuentran cultivos y fuentes, cosas que faltan yendo por el lado del mar. Se puede seguir viniendo del castillo de Albalat por el Brusseral y el Aljibe al castillo de Miravet; remonta el barranco por el pie del castillo de Sufera y la fuente Tallà para acercarnos al pla de Miravet; faldea el monte Soriu, o sea el Bartolo, pasando por el actual convento del Desierto de las Palmas; deja al lado el castillo de Montornés y llaneando llega al collado de la Parreta Alta, para bajar al castillo de la Magdalena y seguir hacia Fadrell internándose en la Plana.
De este camino derivan otros interiores: el que va a Montornés desde el collado del Mas de Cosín enlazándolo más directamente con el castillo de la Magdalena; los que bajan del Pla de Miravet hacia el mar; y el que de la fuente Tallà va en la misma dirección por el collado de Benicasim. Para vigilarlos se establecieron lugares fortificados en la Parreta Alta (actualmente denominada “Les Creuetes”), en Salandó cerca del más homónimo donde pueden encontrarse restos de cerámica y de habitaciones (muros de piedra en seco, bloques de jambas, etc.) y en la última de las Agujas de Santa Águeda. En general son construcciones hechas de piedra seca, idénticas a las de la Mola del Morico, aunque en el caso de “Les Creuetes” hemos podido comprobar como se utilizaron muros de mampostería con argamasa principalmente en la torre situada más al este (la de más fácil acceso) y como siempre, en todos ellos, hemos podido encontrar algún tiesto de cerámica ordinaria y factura musulmana.
Al ocupar la inexpugnable roca de Sufera los aragoneses tuvieron el control del camino, cortando el paso desde Sufera y el último puntal de la Agujas. Entonces se debieron hacer los dos muros que bajan paralelos al fondo del barranco por la vertiente de poniente de las Agujas, áspera y boscosa, difícil de vigilar.
Hay en aquel dominio aragonés junto a la Plana una manifiesta desproporción entre la magnitud de las obras y la pobreza del espacio, una desmesurada preocupación defensiva, y la razón debió ser el retorno de los almorávides.
Los datos que dan los anteriores documentos lo permiten creer. Nombran Quelga, el Monte Roio, Kastilgoneja en los años 1094 y 1096. En 1100 Pedro I de Aragón concede a Muño Muñoz el castillo de Sufera para que lo pueble y construya casas y han ocupado Oropesa; posesiones que todavía se mantienen en 1103, cuando “el Campeador” muere en 1099 y los castellanos abandonan Valencia al acercarse los africanos. Pero los aragoneses debieron fortificarse en la Sierra con la intención de resistir.
Si este fue su propósito, la arqueología demuestra que no lo cumplieron. A la Mola, a la Parreta Alta (Les Creuetes), al Salandó, al último puntal de las Agujas no hay señales de una acción violenta, como si hubieran evacuado con tiempo de sobra para dejar los sitios vacíos y solitarios.
A parte de Orpesa, Albisa u Obeisa que nombra Abú Abd-Mohamet, Al Edrisi, yendo de Tortosa a Valencia siguiendo el camino de la costa, entonces el más transitado, a los africanos (almorávides y almohades) solo les interesaban los castillos de Montornés y de la Magdalena, y en ellos dejaron señales de su paso.
El poblado de Sufera, pudo quedar abandonado muy pronto durante la conquista cristiana en la primera mitad del siglo XIII, puesto que desaparece completamente de la documentación después de la conquista cristiana.
André Bazzana y Pierre Guichard, aseguran después de sus campañas de Investigación Arqueológica, que la despoblación fue contemporánea a la conquista cristiana llevada a cabo por Jaime I, pues únicamente encuentran restos cerámicos de factura musulmana. Efectivamente, durante mis prospecciones, la cerámica más tardía que he podido encontrar es algún tiesto de cerámica esmaltada del siglo XII o XIII.
Tanto el castillo como su poblado, suponen un yacimiento de gran interés para el estudio de la cerámica medieval musulmana pues entre sus paredes afloran numerosos tiestos de factura musulmana.

Vista de la Sufera desde el sur y bosque

Muralla cara norte

opus spicatum

El hallazgo de dos pequeñas monedas de los primeros Austrias, dato que nos da D. Francesc Esteve Gálvez, nos llama poderosamente la atención, puesto que los Austrias ocuparon en España el periodo entre los años 1516 y 1700.
El hallazgo de las dos monedas de los primeros Austrias, podría deberse a su pérdida por parte de algún pastor o agricultor que aprovechara las construcciones preexistentes, tales como el gran aljibe o las casas semiderruidas del poblado. Como apunta Pierre Guichard, se produjo un lento abandono de los antigüos sitios fortificados en los que cohabitaron cristianos y musulmanes. Sabemos que durante los siglos XIII y XIV, los habitantes de los antiguos sitios fortificados de la tenencia de Miravet, o sea el Castillo de este nombre y el de Albalat pasaron progresivamente a residir en las nuevas villas de Benlloch y Cabanes, a comienzos del siglo XV Miravet ya no tiene más de quince familias. En 1575, los últimos habitantes de Miravet y Albalat fueron autorizados por el obispo de Tortosa a abandonar sus poblados ya casi desiertos, para agregarse a la comunidad de Cabanes. Sin que sepamos nada respecto al poblado de Sufera, perteneciente también a la tenencia de Miravet
Si la presencia de los Austrias en España comenzó el año 1515 y dado que Sufera por esa época pertenecía a la tenencia de Miravet, se podría pensar que también en Sufera habitaría alguna família de forma residual o que sus construcciones fueron utilizadas por los habitantes del próximo Miravet hasta que el obispo de Tortosa diera autorización a su abandono en 1575. Sabemos también que el Castillo de Montornés estuvo habitado hasta finales del siglo XV.
La población musulmana cohabitó con la cristiana durante un largo periodo de tiempo, en ocasiones, hasta la expulsión de los moriscos en el siglo XVII, así tenemos que en Borriol, su morería incluso debió de albergar más población musulmana que cristiana en el resto de la villa. En realidad en tiempo de Jaime I, no se deseó la expulsión de la población musulmana pues eran quienes más impuestos pagaban, así pues no es descabellado pensar que quedara en Sufera un reducto de población musulmana posiblemente controlada para el rey por miembros de su ejército.
Numerosos puntos arqueológicos en los valles de Miravet (barrancos de Les Santes y Miravet), sitios donde aparece con regularidad la ceràmica musulmana, prueban una estructura de poblamiento donde existe un lugar fortificado y pequeñas alquerías a su amparo, entendiendo la “alqueria” musulmana como un grupo de entre diez y cincuenta casas y familias.
La reconquista definitiva de la zona de Castellón, fue consecutiva a la de Burriana por Jaime I en julio del año 1233. A finales del mismo verano, se rindieron Castellón de Burriana (Castillo de Fadrell o “Khadrell”, asentado en el cerro de la Magdalena), Borriol, Cuevas de Vinromá, Alcalatén y Villafamés. Almazora se conquistó por fuerza en diciembre o enero siguientes y posteriormente, Montornés, Onda y Oropesa, siendo ya cristianos en 1237. Ignoramos la fecha de rendición de Miravet y Sufera, pero debió ser los mismos años.
Los historiadores han hallado interesantes noticias históricas y documentales sobre Albalat y Miravet, pero Zufera (o Sufera) quedó casi totalmente eclipsado para la historia. Nombrada por último como lugar habitado en los cuatro documentos de la donación hecha por Jaime I en 1224 y 1225, que precedieron a su conquista (en ellos se consigna el topónimo en la forma Çufere); después de la conquista, quedó absorbido por el vecino y prepotente Miravet. Es por ello y por lo dicho anteriormente que lo más probable es que el poblado de Sufera, quedara deshabitado o que su población quedara muy mermada después de la reconquista llevada a cabo por Jaime I.
El 27 de abril de 1225 Jaime I el Conquistador concedió a Ponç de Torrella, obispo de Tortosa y a su capítulo los castillos de Miravet, Sufera y Fadrell con todos sus términos, masias, alquerias e Iglesias. En este documento el rey indica los límites de la demarcación de los castillos de Miravet y Sufera, extendiéndose hasta Cuevas de Vinromá y comprendía los términos actuales de Cabanes, Benlloch y Torreblanca.
Según el medievalista Pîerre Guichard, el nombre de Sufera estaría relacionado con la palabra ”Sukhayra” que significa ”pequeña roca o montaña”. Bazzan y Guichard suponen que la “roca” que destaca netamente en el paisaje, habría dado su nombre al poblado (del árabe sujaira, la pequeña roca).
Zufera, nos dice M. Peris en la revista de Castellón 48 (1914), pag.3 “fue una aldea fortificada sita en el interior del barranco de Miravet, sobre la vertiente oriental del monte que hoy se llama Sufera, adosada a una gran mole rocosa, acantilada e inaccesible; tan solo por un punto podía subirse difícilmente una tras otra persona, a la altura de más de treinta metros, en donde aparece una meseta cuyo borde cercado de precipicios, mide unos cuatrocientos metros; hallándose a 500 metros sobre el nivel del mar”.
Tengo que decir que de ese punto por donde se podía subir de uno en uno, queda poco, en concreto, dos tramos de la base de unas paredes realizadas con piedras unidas por argamasa que formarían el camino de acceso, desaparecido a partir del precipicio recayente al sur. Lo cierto es que para subir tuvimos que emplear técnicas de escalada con cuerdas, aproximadamente a partir de una altura de 35 m. por debajo de la meseta mencionada por Peris en 1914.
La roca protegida por grandes precipicios a su alrededor, fue aprovechada por los moradores del poblado para protegerse en caso de ataque.
Hasta llegar al punto donde es necesario trepar, pueden distinguirse los cimientos y arranques de paredes de varias casas, en general de reducidas dimensiones con paredes de dos caras vistas, alguna de ellas perpendicular a la pendiente de la montaña, casi todas realizadas con piedra en seco.
Los trabajos de investigación arqueológica llevados a cabo por Bazzana y Guichard, en sus campañas de 1974 y 1977 dieron como resultado un conjunto bastante interesante de cerámicas vulgares, probablemente de finales de la época musulmana, en total, una de forma abierta y cinco de formas cerradas, destacando una por ser completa y muy característica de las cerámicas bastas de la zona castellonense en época musulmana (olla globular, de cuello cilíndrico con acanaladuras, con un labio engrosado cuyo perfil tiene un aspecto de arpón, dos asas acintadas, fondo abombado convexo). Otro sondeo, practicado en una casa situada en una zona elevada, dio resultados menos interesantes, se recogió un material muy fragmentado, análogo al que se encuentra en abundancia en toda la zona del despoblado, en el que destacan las formas de cuencos o platos (a veces con repié anular y vidriado), los bordes salientes de grandes lebrillos, las asas torneadas y los cordones aplicados e incisos o con impresiones digitales; las pastas presentan pocas variaciones, siendo generalmente semi-cuidadas, de color gris u ocre.
Durante mis prospecciones, he podido encontrar abundantes restos de cerámica esparcida por toda la ladera Sur, Este y Nor-este, destacando algunos trozos de cerámica vidriada en distintos colores (verde, blanca, marrón, beige) en ocasiones con la técnica de “cuerda seca total” e incluso con algún dibujo geométrico y otros fragmentos de cerámicas con adornos repetitivos en forma de ondas, trenzas, incisiones, etc.
También, he podido encontrar un trozo de tégula romana (teja plana), no creemos que haya existido una ocupación romana en Sufera, pero quizás si en el fondo del valle, donde podría haber una villa o pequeño asentamiento rural de época romana. Es relativamente frecuente que en los asentamientos islámicos aparezcan ocasionalmente materiales más antiguos recogidos en otros lugares, ya sea como curiosidad o para reaprovecharlos de alguna manera, como puede ser para un pavimento, etc.
El poblado, relativamente extenso, se adapta a las curvas de nivel de las empinadas vertientes Sur, Este y Noreste. Hacia el sur-sureste, el poblado está limitado por un pequeño acantilado. Las construcciones están generalmente muy derruidas; sin embargo se pueden todavía localizar varias decenas de casas, y de algunas de ellas se puede estudiar la planta y a veces restos de paredes en elevación, en ciertos casos hasta una altura de 2 metros para conseguir superficies aterrazadas donde poder construir las casas. Estas paredes, están cuidadas en su factura y se aprecia un cierto gusto en la colocación de las piedras en tiras horizontales y/o alternando piedras colocadas en vertical y en horizontal.
La mayoría de los muros son de piedra seca, pero algunas paredes parecen haber sido hechas con más cuidado, utilizando mortero de cal, e incluso técnicas originales de construcción, como se ve en una casa situada a unos 75 m. más arriba del aljibe del que se abastecía el poblado, al oeste del mismo donde aparecen dos paredes en ángulo recto con un aparejo semejante al “opus spicatum” antiguo, clásico o prerromano, conservado en la tradición alto-medieval, teniendo la pared principal una longitud de 3,30 m. y una altura de 1,90 m.
A este respecto debo decir que esta pared nos parece excepcional por su rareza y delicada factura, por lo que debería actuarse afianzándola antes de que ceda ante el empuje de las tierras que contiene.
Dentro del mundo árabe y coetáneo a esta pared, hemos encontrado el mismo aparejo, por ejemplo en un tramo de la muralla norte del Castillo de Vall d´Uixó.
Por encima del gran aljibe, ligeramente hacia el sur, hemos podido identificar la base de una torre cuadrada, construida a base de piedras de buen tamaño aparejadas en hiladas horizontales, recibidas con mortero de cal, suponiendo una estructura militar fuera del recinto del castillo cimero, junto a las casas del poblado.
En la zona Noroeste del poblado, justo antes de que la pendiente se vuelve más acentuada hacia el barranco, hemos podido localizar varias paredes de una casa de grandes dimensiones, construidas a base de grandes bloques de piedra (a diferencia de las empleadas para las casas de otras zonas o los bancales) formando dos aterrazamientos en ángulo, seguramente protegiendo la pendiente de más fácil acceso al castillo cimero. El ancho de sus paredes de más de un metro de anchura, denota que esta casa estaba fortificada. Es en esta gran casa donde hemos podido encontrar un mayor número de restos cerámicos vidriados y con dibujos decorativos. Su situación privilegiada, próxima al castillo, junto a su camino de acceso, denota que fue una casa importante jerárquicamente.
Es también en el interior de esta casa y en sus alrededores, donde he podido encontrar fragmentos de hierro fundido.
La mayor densidad de casas y al mismo tiempo de mejor factura, de familias más pudientes (según se deduce de la cerámica encontrada), se encuentra en la ladera sobre el gran aljibe, del que hablaremos a continuación), mientras que a medida que nos alejamos del mismo hacia el sur las casas estarían más dispersas.

Aljibe del poblado

Castell de Sufera

Publicación en Cabanes

Cervera y Josep Lluís Viciano Agramunt, en 1981, mencionan el gran aljibe (15,87 m. x 5,30 m., Medidas exteriores y 13,87 m. x 3,65 m. (en el extremo norte) o 3,58 m. (en el extremo sur), Medidas interiores. Situado a unos 150 m. hacia el este desde la roca superior. Bien construido, obrado y enlucido, que contrasta con los restos de las casas de piedra en seco, difícil de encontrar debido a la vegetación que lo envuelve, tanto exteriormente como interiormente. Conserva sin embargo un gran porte de más de 3,5 m de altura interior que se ha visto reducida por los escombros provenientes del derrumbe de su cubierta, probablemente abovedada, Requeriría una restauración o al menos la limpieza del interior y de su entorno con el fin de preservar su conservación, también una prospección y/o extracción de los escombros acumulados, con el fin de determinar su verdadera profundidad, por debajo del terreno circundante, así como la composición de su cubierta. Sus dimensiones evidencian la existencia de un poblado con un buen número de habitantes.
Presenta su ángulo nordeste derruido, seguramente a propósito para ser aprovechado, por ejemplo guardando ganado, pues sus muros de 1,00 m. de espesor en sus lados menores y de 1,07 m en su lateral este parecen haber sido cortados. De no ser así el acceso a su interior hubiera sido imposible si no es saltando sus altos muros.
Este gran aljibe, señala el límite inferior del poblado y debía recoger las aguas de lluvia de la extensa zona de casas que se extiende entre la roca y el aljibe, obligando a sus moradores a transportar los cántaros con agua a sus casas desde la parte inferior del poblado. Seguramente por este motivo, habría casas que dispondrían de su propio aljibe, podría ser el caso de una casa situada a mayor altura que el gran aljibe hacia el oeste que presenta un pequeño recinto, inhabitable, excavado en parte en la roca.
Seguramente, el agua del gran aljibe, serviría asimismo para regar las huertas que se dispondrían ladera abajo, próximas al barranco de Miravet.
Llegados a la meseta cimera, pueden distinguirse dos zonas, la situada más al este, fue ocupada por el Castillo, la situada más al oeste fuera ya de la zona más plana, se vuelve más agreste y no creo que albergara ninguna dependencia del Castillo, pues en ella no he podido encontrar ninguna pieza cerámica mientras que en la parte más plana, situada más al Este pueden encontrarse muchos fragmentos cerámicos.
En la zona Este todavía puede distinguirse la base de algún lienzo de muralla construido a base de piedras irregulares unidas por argamasa en su extremo situado más al Este, controlando el acceso al Castillo por su flanco más accesible. Estas paredes pudieron formar parte de una torre que bien pudo ser la torre del homenaje, puesto que además hemos podido encontrar en el extremo Este del farallón rocoso un aljibe rodeado de estas paredes que sería el aljibe de la torre.
Si tenemos en cuenta las pequeñas dimensiones del aljibe existente en el interior del Castillo (como veremos más adelante), probablemente para uso exclusivo del mismo, es lógico pensar que el poblado poseería su propio aljibe de buenas dimensiones.
Dicho aljibe, es el resto arqueológico del castillo mejor conservado pues mantiene sus paredes interiores revocadas con acabado liso, aunque peligra su integridad pues esta creciendo en su interior un olivo (acebuche) que ya cuenta con unas dimensiones considerables.
Por el tamaño del aljibe, de forma trapezoidal con unas dimensiones interiores de: longitud de 4,80 m y anchura que va de 2,40 m en un extremo hasta 5,50 m. en el opuesto, su altura máxima actual es de 2,50 m., pero probablemente esta altura, se ha visto bastante reducida por el derrumbe de su techumbre y la tierra y restos vegetales acumulados por el tiempo. Excavado en parte en la roca y en parte construido. Comparándolo con aljibes de la mayoría de castillos, deduzco que este debió de tener unas dimensiones reducidas, albergando pocos habitantes, pues además el aljibe seguramente fue el único en el castillo.
Recorriendo el borde de la zona plana Este, todavía se conserva un tramo del lienzo de muralla que rodeó el Castillo, se sitúa en el borde Norte, construida al igual que el resto de murallas con piedras irregulares unidas mediante argamasa. Este tramo de muralla, se presenta inestable, con grietas y falta de trabazón en las piedras superiores, amenazando con desplomarse. Coincide la situación de este tramo de muralla con la única zona por la que se podría acceder desde el flanco Norte, aunque con muchísima dificultad siguiendo el trazado de una grieta en la roca.
Podemos encontrar también en la zona más o menos plana, los arranques de dos paredes paralelas entre si y a la ligera pendiente a modo de pequeños abancalamientos.
La situación del castillo en lo alto de una escarpada e inexpugnable roca, no solo se debe a cuestiones defensivas. Sabemos que los castillos situados próximos a la costa estaban unidos visualmente entre si utilizando luces de noche o señales de humo de día para transmitir los mensajes. Así pues del castillo de Pulpis podían comunicarse con el de Xivert a través de una torre situada frente a la Sierra de Irta; del de Xivert se comunicaban con el de Albalat, este con el de Miravet, acto seguido con el de Sufera que visualmente conectaba con el de Montornés y este con algún puesto próximo al Castell Vell de la Magdalena a través del puesto defensivo situado en lo alto de Les Creuetes.
Por tanto la situación estratégica del castillo de Sufera fue vital para comunicar los avances de tropas enemigas a otros castillos, a través de la Sierra del Desierto de las Palmas.

AGRADECIMIENTOS:
Numerosas han sido las personas que en algún momento me han acompañado en la escalada hasta el castillo de Sufera o han aportado datos u opiniones sobre el castillo o su poblado. A todos ellos quiero agradecer su colaboración desinteresada. Nombrarlos daría como resultado una lista interminable a riesgo de cometer algún olvido imperdonable. No obstante quiero nombrar a unos pocos que por su tesón me han servido de ayuda inestimable, ellos son:
– Fernando Vivas López
– Fernando Calduch Ortega
– Gustavo Aguilella
– Josep Lluís Viciano Agramunt


AUTOR: PASCUAL FUSTER GARCÍA. Extracto de la publicación Castillo de Sufera del Ayuntamiento de Cabanes.


Traducció al valencià:

Descobrint el Castell de Sufera (Cabanes, Parc Natural del Desert de les Palmes)

Actualment, està estesa la creença que del castell no queda res, inclús hi ha qui creu que com a Castell de la Sufera, es denomina únicament a la roca cretàcica inaccessible que amb les seues escarpades parets assembla un castell, sent el mateix inexistent. Creant un halo de lloc misteriós.

La veritat, és que he pogut comprovar com si que queden restes tant del castell com de la seua aldea, per a accedir a estes restes cal fer-ho des del seu vessant est, començant a caminar des del fons del barranc de Miravet, obrint-se pas entre la mala herba.
Qualsevol altre intent d’accedir des d’un altre vessant, requeriria d’un nivell molt elevat d’escalada, per exemple, accedint des del camí que uneix el paratge de Les Santes amb la cima del Bartolo, doncs seguint una senda per la cresta de la roca, arribaríem a un precipici de baixada i a una paret vertical de pujada fins al castell per a salvar la bretxa que l’aïlla.

Per a parlar sobre l’ocupació humana d’este lloc, cal remuntar-se a l’edat del Bronze, ja en aquella època, es va establir un poblat en la zona plana del vessant sud, al costat del precipici que la delimita pel sud.
Resulta evident que el lloc reunia condicions d’habitabilitat per a aquells grups, perquè el faralló rocós, oferia seguretat en cas de necessitar-la.

Ja fa anys D. Josep Lluís Viciano Agramunt, va trobar testos de ceràmica de l’edat del Bronze i una punta de fletxa realitzada en sílex caiguda probablement des de l’aterrossament superior, així com un taló de destral de la mateixa època.
Durant les meues prospeccions els anys 2017 i 2018, he pogut trobar ceràmica de l’edat del Bronze, destacant un test amb unes incisions fent ondes i una peça de sílex treballada amb alguns colps. Durant una visita realitzada amb D. Josep Lluís Viciano i l’arqueòleg de la Diputació de Castelló D. Gustavo Aguilella, el mes de desembre del 2018, vam poder trobar més ceràmica realitzada a mà, sense torn, de l’edat del Bronze, una pedra de rodeno (portada d’un altre lloc) amb incisions que denoten la seua utilització com a esmoladora i un fragment de falç de sílex.

Del poblat de l’edat del Bronze, no és possible distingir les llars, únicament queden els vestigis que he anomenat i una llarga paret fent funcions d’aterrossament, probablement per a albergar la construcció de cabanyes, junt amb una terrassa natural en la roca, lloc privilegiat, ben orientat, a la vora dels precipicis que donen al barranc de la Codina.

Centrant-nos en el Castell de Sufera (Castrum Çufera), el que queda del mateix, està en l’interior de la vall de Miravet, situat sobre una plataforma rodejada de precipicis, el punt culminant de la qual s’eleva a una altura de 501 metres sobre el nivell del mar, en el terme municipal de Cabanes.

En els primers segles de l’Edat Mitjana, es produïx una ocupació d’altura en llocs fortificats i una disminució de la població en les zones baixes. Este poblament en altura, suggereix la imatge d’una població de condició lliure i economia fonamentalment pastoral o en el cas que ens ocupa, també agrícola, perquè el barranc de Miravet molt pròxim ofereix moltes possibilitats de cultiu. Els husun o castells rurals seran un dels trets fonamentals del rerefons social de la projecció musulmana en la regió valenciana, donant refugi a les comunitats rurals lliures assentades en el seu territori en cas de perill.

D. Guillermo Andreu Valls, cronista Oficial de Cabanes, ens comenta que: “l’empremta dels àrabs en l’actual territori del Desert de les Palmes i contornada, ha quedat patent en els topònims dels castres més famosos del seu entorn: els castells d’Albalat, de Miravet i de Sufera, que, amb les seues empinades, agrestos i romàntiques ruïnes, tenen encara per a les gents del territori l’encant subjugant del “temps dels moros”.

Andreu Valls, ens aporta una interessant dada per al coneixement del Castell de Sufera i de la seua història; “…….quasi ens atreviríem a dir que és de l’època en què la Zufera dominava el territori de Miravet. És un document llatí de Sant Joan de la Peña de l’any 1100 – Quasi contemporani de la làpida (sepulcral àrab) d’Aafra, d’Albalat (datada l’any 1061 de la nostra era cristiana) – Que ha sigut estudiat i transcrit pel senyor Ramón Menéndez Pidal i conté la donació que el rei Pere I d’Aragó (1094 – 1104) fa a Muño Muñoz del “castell d’Azafuz” en “era M C XXX VIII ‘in’ mense juliol ‘in’ Orpin (?) ‘in’ anno quando fuit fabricata Azafuz”, castell immediat a Guelga, Orpesa o Auropesa i Castiglione, identifiquem estos per l’il·lustre polígraf amb Culla, Orpesa i el primitiu Castelló de la Plana, i dient del primer: “Azafuz m’és desconegut”. Per a nosaltres este enigmàtic Azafuz és el castell de Sufera, perquè basta llegir la paraula en sentit invers, al mode àrab, perquè ens done Zufaza o Sufera, bescanvi motivat, sens dubte, per la transcripció al mencionat document llatí del topònim àrab inadvertit per l’escriba medieval, teoria que vam exposar en 1967 a l’il·lustre filòleg Dr. Manuel Sanchis Guarner que l’ha considerat plenament admissible tenint en compte a més les referides circumstàncies geogràfiques”.

Cal notar que en el document de l’any 1100, es diu que el castell de Sufera va ser fabricat l’any 1138, el que sens dubte ha de ser un error, no pot parlar-se l’any 1100 de l’any 1138. La nostra teoria és que es deu a un error en l’orde de les lletres llatines, havent d’estar la M i la C canviades, pel que l’any seria el 938.
En el segle XI, els aragonesos van passar a ocupar zones situades al nord del Millars, o almenys part d’elles, convertint-se esta zona en un important punt estratègic, atés que eren els primers territoris costaners conquistats pels aragonesos, la documentació de l’època prova que en els anys 1093 a 1103 hi havia senyors o governadors aragonesos en la Plana de Castelló, a Montornés, Miravet, Orpesa i Culla. Inclús, com hem vist, hi ha un document de l’any 1100 pel que el rei Pere I d’Aragó concedí a un cert “Muño Muñoz” (Monnío Monnióz en el text original) un nou castell anomenat Azafuz (Sufera) i una vila anomenada Ova per a poblar-la. Ambdós situats en el terme de Montornés. Però després de l’any 1103 les forces aragoneses van haver d’abandonar la comarca als almoràvits, que ja s’havien apoderat de València l’any 1102, per la qual cosa resulta probable que el Castell de la Sufera no arribara a repoblar-se pels aragonesos en eixe període de temps, o si ho van fer va ser molt breument.

Els indrets mencionats en el document de l’any 1100 trobat en Sant Joan de la Peña, no són posicions aïllades sinó que s’enllacen harmònicament amb altres fortificacions en una estructura militar que s’empara en la muntanya defugint les planes marginals.
Estos castells estaven enllaçats per un camí interior que en aquell temps va haver d’estar molt transitat perquè al seu pas es troben cultius i fonts, coses que falten anant pel costat del mar. Es pot seguir venint del castell d’Albalat pel Brusseral i l’Aljub al castell de Miravet; remunta el barranc pel peu del castell de Sufera i la font Tallà per a acostar-nos al pla de Miravet; faldeja la muntanya Soriu, o siga el Bartolo, passant per l’actual convent del Desert de les Palmes; deixa al costat el castell de Montornés i planejant arriba al coll de la Parreta Alta, per a abaixar al castell de la Magdalena i seguir cap a Fadrell internant-se en la Plana.
D’este camí deriven altres interiors: el que va a Montornés des del coll del Mas de Cosín enllaçant-lo més directament amb el castell de la Magdalena; els que abaixen del Pla de Miravet cap al mar; i el que de la font Tallà va en la mateixa direcció pel coll de Benicàssim. Per a vigilar-los es van establir llocs fortificats en la Parreta Alta (actualment denominada “Les Creuetes”), en Salandó prop del mas homònim on poden trobar-se restes de ceràmica i d’habitacions (murs de pedra en sec, blocs de brancals, etc.) i en l’última de les Agulles de Santa Àgueda. En general són construccions fetes de pedra seca, idèntiques a les de la Mola del Morico, encara que en el cas de “Les Creuetes” hem pogut comprovar com es van utilitzar murs de maçoneria amb argamassa principalment en la torre situada més a l’est (la de més fàcil accés) i com sempre, en tots ells, hem pogut trobar algun test de ceràmica ordinària i factura musulmana.

A l’ocupar la inexpugnable roca de Sufera els aragonesos van tindre el control del camí, tallant el pas des de Sufera i l’últim puntal de les Agulles. Llavors es van haver de fer els dos murs que baixen paral·lels al fons del barranc pel vessant de ponent de les Agulles, aspra i boscosa, difícil de vigilar.
Hi ha en aquell domini aragonès junt a la Plana una manifesta desproporció entre la magnitud de les obres i la pobresa de l’espai, una desmesurada preocupació defensiva, i la raó va haver de ser el retorn dels almoràvits.
Les dades que donen els anteriors documents ho permeten creure. Anomenen Quelga, la Muntanya Roio, Kastilgoneja en els anys 1094 i 1096. En 1100 Pedro I d’Aragó concedeix a Muño Muñoz el castell de Sufera perquè el poble i construïsca cases i han ocupat Orpesa; possessions que encara es mantenen en 1103, quan “el Campeador” mor en 1099 i els castellans abandonen València a l’acostar-se els africans. Però els aragonesos van haver de fortificar-se en la Serra amb la intenció de resistir.
Si este va ser el seu propòsit, l’arqueologia demostra que no el van complir. A la Mola, a la Parreta Alta (Les Creuetes), al Salandó, a l’últim puntal de les Agulles no hi ha senyals d’una acció violenta, com si hagueren evacuat amb temps de sobra per a deixar els llocs buits i solitaris.

A part d’Orpesa, Albisa o Obeisa que anomena Abu Abd-Mohamet, Al Edrisi, anant de Tortosa a València seguint el camí de la costa, llavors el més transitat, als africans (almoràvits i almohades) només els interessaven els castells de Montornés i de la Magdalena, i en ells van deixar senyals del seu pas.

El poblat de Sufera, va poder quedar abandonat molt prompte durant la conquista cristiana en la primera mitat del segle XIII, ja que després desapareix completament de la documentació.

André Bazzana i Pierre Guichard asseguren, després de les seues campanyes d’Investigació Arqueològica, que la despoblació va ser contemporània a la conquista cristiana duta a terme per Jaume I, perquè únicament troben restes ceràmiques de factura musulmana. Efectivament, durant les meues prospeccions, la ceràmica més tardana que he pogut trobar és algun test de ceràmica esmaltada del segle XII o XIII.
Tant el castell com el seu poblat, suposen un jaciment de gran interés per a l’estudi de la ceràmica medieval musulmana donat que entre les seues parets afloren nombrosos testos de factura musulmana.

La troballa de dos xicotetes monedes dels primers Àustria, dada que ens dóna D. Francesc Esteve Gálvez, ens crida poderosament l’atenció, ja que els Àustria van ocupar a Espanya el període entre els anys 1516 i 1700. Esta troballa podria deure’s a la seua pèrdua per part d’algun pastor o agricultor que aprofitara les construccions preexistents, com ara el gran aljub o les cases mig derruïdes del poblat.
Com apunta Pierre Guichard, es va produir un lent abandó dels antics indrets fortificats en els que van cohabitar cristians i musulmans. Sabem que durant els segles XIII i XIV, els habitants de les fortificacions de la tinença de Miravet, o siga el castell d’este nom i el d’Albalat, van passar progressivament a residir en les noves viles de Benlloch i Cabanes, i al començament del segle XV Miravet ja no té més de quinze famílies. En 1575, els últims habitants de Miravet i Albalat van ser autoritzats pel bisbe de Tortosa a abandonar els seus poblats, ja quasi deserts, per a agregar-se a la comunitat de Cabanes, sense que sapiem res respecte al poblat de Sufera, pertanyent també a la tinença de Miravet
Si la presència dels Àustria a Espanya va començar l’any 1515 i atés que Sufera per eixa època pertanyia a la tinença de Miravet, es podria pensar que també en Sufera habitaria alguna família de forma residual o que les seues construccions van ser utilitzades pels habitants del pròxim Miravet fins que el bisbe de Tortosa donara autorització al seu abandó en 1575. Sabem també que el castell de Montornés va estar habitat fins a finals del segle XV.

La població musulmana va cohabitar amb la cristiana durant un llarg període de temps, de vegades, fins a l’expulsió dels moriscos en el segle XVII, així tenim que a Borriol, la seua moreria inclús degué albergar més població musulmana que cristiana en la resta de la vila. En realitat en temps de Jaume I, no es va desitjar l’expulsió de la població musulmana perquè eren els que més impostos pagaven, així doncs no és desgavellat pensar que es mantinguera en Sufera un reducte de població musulmana possiblement controlada per al rei per membres del seu exèrcit.

Nombrosos punts arqueològics en les valls de Miravet (barrancs dels Santes i Miravet), llocs on apareix amb regularitat la ceràmica musulmana, proven una estructura de poblament on hi ha un lloc fortificat i xicotetes alqueries a la seua empara, entenent la “alqueria” musulmana com un grup d’entre deu i cinquanta cases i famílies.
La reconquista definitiva de la zona de Castelló, va ser consecutiva a la de Borriana per Jaume I al juliol de l’any 1233. A finals del mateix estiu, es van rendir Castelló de Borriana (Castell de Fadrell o “Khadrell”, assentat en el turó de la Magdalena), Borriol, Cuevas de Vinromà, Alcalatén i Vilafamés. Almassora es va conquistar per força al desembre o gener següents i posteriorment, Montornés, Onda i Orpesa, sent ja cristians en 1237. Ignorem la data de rendició de Miravet i Sufera, però va haver de ser pels mateixos anys.

Els historiadors han trobat interessants notícies històriques i documentals sobre Albalat i Miravet, però Zufera (o Sufera) va quedar quasi totalment eclipsat per a la història. Anomenada finalment com a lloc habitat en els quatre documents de la donació feta per Jaume I en 1224 i 1225, que van precedir a la seua conquista (en ells es consigna el topònim en la forma Çufere); després de la conquista, va quedar absorbit pel veí i prepotent Miravet. És per això i pel que s’ha dit anteriorment que el més probable és que el poblat de Sufera, quedara deshabitat o que la seua població fora molt minvada després de la reconquista duta a terme per Jaume I.

El 27 d’abril de 1225 Jaume I el Conquistador va concedir a Ponç de Torrella, bisbe de Tortosa i al seu capítol els castells de Miravet, Sufera i Fadrell amb tots els seus termes, masies, alqueries i esglésies. En este document el rei indica els límits de la demarcació dels castells de Miravet i Sufera, estenent-se fins a Cuevas de Vinromà i comprenia els termes actuals de Cabanes, Benlloch i Torreblanca.

Segons el medievalista Pîerre Guichard, el nom de Sufera estaria relacionat amb la paraula ”Sukhayra” que significa ”xicoteta roca o muntanya”. Bazzan i Guichard suposen que la “roca” que destaca netament en el paisatge, hauria donat el seu nom al poblat (de l’àrab sujaira, la xicoteta roca). La roca protegida per grans precipicis al seu voltant, va ser aprofitada pels habitants del poblat per a protegir-se en cas d’atac.

Sufera, ens diu M. Peris en la revista de Castelló 48 (1914), p.3 “va ser una aldea fortificada sítia en l’interior del barranc de Miravet, sobre el vessant oriental de la muntanya que hui s’anomena Sufera, adossada a una gran mola rocosa, escarpada i inaccessible; tan sols per un punt podia pujar-se difícilment l’una darrere de l’altra persona, a l’altura de més de trenta metres, on apareix un altiplà la vora del qual assetjat de precipicis, mesura uns quatre-cents metres; trobant-se a 500 metres sobre el nivell del mar”.
He de dir que d’eixe punt per on es podia pujar d’un en u, queda poc, en concret, dos trams de la base d’unes parets realitzades amb pedres unides per argamassa que formarien el camí d’accés, desaparegut a partir del precipici que dóna al sud. La veritat és que per a pujar vam haver-hi d’emprar tècniques d’escalada amb cordes, aproximadament a partir d’una altura de 35 m. per davall de l’altiplà mencionat per Peris en 1914.

Fins a arribar al punt on és necessari enfilar, poden distingir-se els fonaments i arrancades de parets d’unes quantes cases, en general de reduïdes dimensions amb parets de dos cares vistes, alguna d’elles perpendicular al pendent de la muntanya, quasi totes realitzades amb pedra en sec.

Els treballs d’investigació arqueològica duts a terme per Bazzana i Guichard, en les seues campanyes de 1974 i 1977 van donar com a resultat un conjunt prou interessant de ceràmiques vulgars, probablement de finals de l’època musulmana. En total, una de forma oberta i cinc de formes tancades, destacant una per ser completa i molt característica de les ceràmiques bastes de la zona castellonenca en època musulmana (olla globular, de coll cilíndric amb estries, amb un llavi engrossit el perfil del qual té un aspecte d’arpó, dos anses encintades, fons bombat convex).
Un altre sondeig, practicat en una casa situada en una zona elevada, va donar resultats menys interessants. Es va arreplegar un material molt fragmentat, anàleg a què es troba en abundància en tota la zona del despoblat, en el que destaquen les formes de bols o plats (a vegades amb repeu anul·lar i vidriat), les vores ixents de grans llibrells, les anses tornejades i els cordons aplicats i incisos o amb impressions digitals; les pastes presenten poques variacions, sent generalment semi-cuidadas, de color gris o ocre.

Durant les meues prospeccions, he pogut trobar abundants restes de ceràmica escampada per tota la vessant sud, est i nord-est, destacant alguns trossos de ceràmica vidriada en distints colors (verd, blanc, marró, beix) de vegades amb la tècnica de “corda eixuta total” i inclús amb algun dibuix geomètric i altres fragments de ceràmiques amb adorns repetitius en forma d’ones, trenes, incisions, etc.

També, he pogut trobar un tros de tégula romana (teula plana), encara que no creiem que hi haja existit una ocupació romana en Sufera, però potser si en el fons de la vall, on podria haver-hi una vila o xicotet assentament rural d’època romana. És relativament freqüent que en els assentaments islàmics apareguen ocasionalment materials més antics arreplegats en altres llocs, ja siga com a curiositat o per a reaprofitar-los d’alguna manera, com pot ser per a un paviment, etc.

El poblat, relativament extens, s’adapta a les corbes de nivell dels empinats vessants sud, est i nord-est. Cap al sud-sud-est, el poblat està limitat per un xicotet penya-segat. Les construccions estan generalment molt derruïdes; no obstant això es poden encara localitzar diverses desenes de cases, i d’algunes d’elles es pot estudiar la planta i a vegades restes de parets en elevació, en certs casos fins una altura de 2 m. per a aconseguir superfícies terrassades on poder construir les cases. Estes parets, estan cuidades en la seua factura i s’aprecia un cert gust en la col·locació de les pedres en tires horitzontals i/o alternant pedres col·locades en vertical i en horitzontal.
La majoria dels murs són de pedra seca, però algunes parets pareixen haver sigut fetes amb més cura, utilitzant morter de calç, i inclús tècniques originals de construcció, com es veu en una casa situada a uns 75 m. més amunt de l’aljub de què s’abastia el poblat, a l’oest del mateix on apareixen dos parets en angle recte amb un aparell semblant al “‘opus’ spicatum” antic, clàssic o preromà, conservat en la tradició alt medieval, tenint la paret principal una longitud de 3,30 m i una alçària d’1,90 m.
A este respecte he de dir que esta paret ens pareix excepcional per la seua raresa i delicada factura, per la qual cosa s’hauria d’actuar refermant-la abans que cedisca davant de l’espenta de les terres que conté.

Dins del món àrab i coetani a esta paret, hem trobat el mateix aparell, per exemple en un tram de la muralla nord del Castell de Vall d’Uixó.
Per damunt del gran aljub, lleugerament cap al sud, hem pogut identificar la base d’una torre quadrada, construïda a base de pedres de bona grandària aparellades en filades horitzontals, rebudes amb morter de calç, suposant una estructura militar fora del recinte del castell acimat, vora les cases del poblat.
En la zona nord-oest del poblat, just abans que el pendent es torna més accentuat cap al barranc, hem pogut localitzar unes quantes parets d’una casa de grans dimensions, construïdes a base de grans blocs de pedra (a diferència de les empleades per a les cases d’altres zones o els bancals) formant dos terrasses en angle, segurament protegint el pendent de més fàcil accés al castell acimat. L’ample de les seues parets de més d’un metre d’amplària, denota que esta casa estava fortificada. És en esta gran casa on hem pogut trobar un nombre més gran de restes ceràmiques vidriades i amb dibuixos decoratius. La seua situació privilegiada, pròxima al castell, i el seu camí d’accés, denota que va ser una casa important jeràrquicament.
És també en l’interior d’esta casa i en els seus voltants, on he pogut trobar fragments de ferro colat.

La major densitat de cases i al mateix temps de millor factura, de famílies més benestants (segons es deduïx de la ceràmica trobada), es troba en la vessant sobre el gran aljub, del que parlarem a continuació, mentres que a mesura que ens allunyem del mateix cap al sud les cases estarien més disperses.
Cervera i Josep Lluís Viciano Agramunt, en 1981, mencionen el gran aljub (15,87m x 5,30m de mesures exteriors, i 13,87m x 3,65m (en l’extrem nord) o 3,58m (en l’extrem sud) de mesures interiors. Està situat a uns 150m cap a l’est des de la roca superior, ben construït, obrat i lluït, que contrasta amb les restes de les cases de pedra en sec i difícil de trobar a causa de la vegetació que l’envolta, tant exteriorment com interiorment. Conserva no obstant això un gran port de més de 3,5m d’alçària interior que s’ha vist reduïda per les runes provinents de l’afonament de la seua coberta, probablement de volta. Requeriria una restauració o almenys la neteja de l’interior i del seu entorn a fi de preservar la seua conservació, també una prospecció i/o extracció de les runes acumulades, a fi de determinar la seua verdadera profunditat, per davall del terreny circumdant, així com la composició de la seua coberta. Les seues dimensions evidencien l’existència d’un poblat amb un bon nombre d’habitants.
Presenta el seu angle nord-est derruït, segurament a propòsit per a ser aprofitat, per exemple per guardar bestiar, perquè els seus murs d’1,00m de grossària en els seus costats menors i d’1,07m en el seu lateral est, pareixen haver sigut tallats. Si no és així l’accés al seu interior haguera sigut impossible si no és botant els seus alts murs.
Este gran aljub, assenyala el límit inferior del poblat i havia d’arreplegar les aigües de pluja de l’extensa zona de cases que s’estén entre la roca i l’aljub, obligant els habitants a transportar els cànters amb aigua a les llars des de la part inferior del poblat. Segurament per este motiu, hi hauria cases que disposarien del seu propi aljub, podria ser el cas d’una casa situada a major altura que el gran aljub cap a l’oest que presenta un xicotet recinte, inhabitable, excavat en part en la roca.
Segurament, l’aigua del gran aljub, serviria així mateix per a regar les hortes que es disposarien vessant baix, pròximes al barranc de Miravet.

Arribats al cim de l’altiplà, poden distingir-se dos zones, la situada més a l’est va ser ocupada pel castell; la situada més a l’oest fora ja de la zona més plana, es torna més agrest i no crec que albergara cap dependència del castell, doncs no hi he pogut trobar cap peça ceràmica, mentres que en la part més plana, situada més a l’est poden trobar-se molts fragments ceràmics.

En la zona est encara pot distingir-se la base d’algun llenç de muralla construït a base de pedres irregulars unides per argamassa en l’extrem més a l’est, controlant l’accés al castell pel seu flanc més accessible. Estes parets van poder formar part d’una torre que bé seria la torre de l’homenatge, ja que a més hem pogut trobar en l’extrem est del faralló rocós un aljub a l’interior que seria el de la torre. Si tenim en compte les seues xicotetes dimensions (com veurem més avant), probablement fóra per a ús exclusiu del castell i és lògic pensar que el poblat posseiria el seu propi aljub de bones dimensions.
L’aljub és la resta arqueològica del castell millor conservada perquè manté les seues parets interiors arrebossades amb acabat llis, encara que perilla la seua integritat perquè esta creixent a dintre una olivera borda que ja te unes dimensions considerables.

L’aljub, de forma trapezoïdal te unes dimensions interiors de 4,8m de longitud i una amplària que va de 2,40m en un extrem fins a 5,50m en l’oposat. L’alçària màxima actual és de 2,50m, però probablement s’ha vist prou reduïda per l’afonament del sostre i el volum de terra i restes vegetals acumulats pel temps. Està excavat en part en la roca i en part construït. Comparant-lo amb aljubs de la majoria de castells, deduïsc que este degué tindre unes dimensions reduïdes, albergant pocs habitants, perquè a més segurament va ser l’únic en el castell.
Recorrent la vora de la zona plana est, encara es conserva al nord un tram del llenç de muralla que va rodejar el castell, construïda igual que la resta de muralles, amb pedres irregulars unides per argamassa. Este tram de muralla es presenta inestable, amb clavills i falta de lligam en les pedres superiors, amenaçant de desplomar-se. Coincideix la situació d’este tram de muralla amb l’única zona per la qual es podria accedir des del flanc nord, encara que amb moltíssima dificultat, seguint el traçat d’un clevill en la roca.

Podem trobar també en la zona més o menys plana, les arrancades de dos parets paral·leles, entre si i al lleuger pendent, a manera de xicotets bancals.

La situació del castell en la part alta d’una escarpada i inexpugnable roca, no sols es deu a qüestions defensives. Sabem que els castells situats pròxims a la costa estaven units visualment entre si utilitzant llums de nit o senyals de fum de dia per a transmetre els missatges. Així doncs del castell de Polpís podien comunicar-se amb el de Xivert a través d’una torre situada enfront de la Serra d’Irta; del de Xivert es comunicaven amb el d’Albalat, este amb el de Miravet, tot seguit amb el de Sufera que visualment connectava amb el de Montornés i este amb algun lloc pròxim al Castell Vell de la Magdalena a través del lloc defensiu situat en la part alta de les Creuetes.

Per tant la situació estratègica del castell de Sufera va ser vital per a comunicar els avançaments de tropes enemigues a altres castells a través de la Serra del Desert de les Palmes.

AGRAÏMENTS:
Nombroses han sigut les persones que en algun moment m’han acompanyat en l’escalada fins al castell de Sufera o han aportat dades o opinions sobre el castell o el seu poblat. A tots ells vull agrair la seua col·laboració desinteressada. Anomenar-los donaria com a resultat una llista interminable, a risc de cometre algun oblit imperdonable. No obstant vull citar a uns pocs que per la seua tenacitat m’han proporcionat una ajuda inestimable. Ells són:
– Fernando Vivas López
– Fernando Calduch Ortega
– Gustavo Aguilella
– Josep Lluís Viciano Agramunt