Un paseo por Espadán. Los alcornocales y la fabricación del corcho (2ª parte)

Un paseo por Espadán. Los alcornocales y la fabricación del corcho (2ª parte)

La explotación del corcho ha sido una industria vital en la sierra durante muchas décadas, tanto por su extracción como por la fabricación de tapones. En localidades como Eslida existían varias fábricas que utilizaban el corcho local para este mercado, con destino preferente a Cataluña. La primera operación para la extracción del corcho consistía en rebanar la corteza por medio de una incisión circular completa con el hacha, a una altura aproximada de la vista. Esta tarea se realizaba con sumo con cuidado para no dañar la camisa, es decir, la parte del árbol por donde circula la savia y que queda al aire una vez apartada la corteza. Si esta estructura resulta dañada por una torpe incisión, la herida podría afectar a la producción del ciclo siguiente.

Caminando por la Serra d'Espadà. Autor, Centelleja

Caminando por la Serra d’Espadà. Autor, Centelleja

Un corte de abajo a arriba y, con la ayuda de la barra y los tacos de almez, los operarios desprendían la corteza. Este proceso continuaba hacia arriba en el tronco hasta que se conseguía extraer toda la sección circular. Después, una barra de olivo atada con cuerdas, perpendicularmente y a la altura de la primera incisión, servía de improvisado peldaño para que un hombre del equipo repitiese la operación a una mayor altura.

Bosque de Alcornoques. Autor, Bernardí

Bosque de Alcornoques. Autor, Bernardí

Los puntos de extracción se encontraban en lo más profundo del bosque, a menudo en laderas empinadísimas y cubiertas por la lujuriosa vegetación propia de estas zonas. En consecuencia, al trabajo del descortezado se unía el del transporte utilizando sendas y vericuetos abiertos para la ocasión. Por los caminos del monte y a lomos de caballería, las cargas se llevaban hasta los lugares donde podían acceder los carros. Las pistas de montaña modernas han motorizado parcialmente el transporte permitiendo a las collas bajar a comer o a pernoctar en sus casas, pero hace tan solo treinta o cuarenta años los trabajadores dormían en el monte, en cabañas de carboneros o al raso. Y es que la vida de los trabajadores del corcho era dura, aunque no exenta de atractivos. Hacían su comida gracias a los ingredientes que les llevaban las mismas caballerías, abundando sobre todo paellas y ollas de arroz que condimentaban al anochecer. Tras el agotador trabajo marchaban hacia refugios o cabañas para pasar la noche, y solamente se dejaban ver por la población el domingo, día que aprovechaban para disfrutar de la familia, cambiarse de ropa o remendar la única disponible antes de partir a la mañana siguiente: la partida en busca del corcho y el duro sustento de la sierra.

Un búho. Autor, Centelleja

¿Un búho?. Autor, Centelleja