Desde la ermita del Loreto nos desplazaremos con los vehículos hasta la masía La Boneta donde aparcaremos e iniciaremos la ruta por caminos de tierra y sendas de herradura.

Durante el recorrido, cruzaremos el río Seco donde veremos unas curiosas formaciones de roca en forma de cuchillos y pasaremos junto a varias masías hasta llegar a la Escola del Canto.

Esta escuela fue creada en 1932 durante la Segunda República Española con el fin de alfabetizar a la población infantil de la zona de entre 6 y 12 años. A ella acudían niños y niñas, incluso desde la partida del Boí al otro lado del río Monlleó, que tardaban dos horas de ida y otras dos horas de vuelta, para ser instruidos por la maestra que vivía en la propia escuela.

Estuvo funcionando hasta 1971, cuando se cerró definitivamente, aunque durante el franquismo estuvo controlada por la Iglesia. En 2014, la asociación Amics del Canto lograron rehabilitar el antiguo edificio mediante micromecenazgo convirtiéndolo en un aula museo y un refugio de montaña en las dependencias del maestro.

Desde la escola del Canto bajaremos por senda hasta el río Monlleó, pasando por la fuente de la Comuna, una cueva con un manantial en su interior y varios molinos hidráulicos siguiendo el cauce. Aunque el Montlleó es un río estacional puede que lo encontremos con agua y tengamos que cruzarlo.

Finalmente remontando un pequeño barranco llegaremos al Racó de Nando, testimonio de la ancestral ocupación humana de nuestro territorio. Las pinturas rupestres del Racó de Nando forman un conjunto de abrigos que se asoman al Montlleó formando un semicírculo en uno de los meandros del río dominando un paisaje espectacular.

El conjunto está formado por diferentes cavidades en las que se conservan varios grupos de pinturas muy similares a las de la Cueva Remigia de Ares del Maestrat. En las 25 pinturas del conjunto, en colores rojo y negro, se repiten las escenas de caza con arqueros y otras figuras humanas, jabalíes, cérvidos y algunos animales difíciles de identificar. Destaca también la figura de un arquero con barba y cinta en el pelo que sujeta una cesta.

Se puede acceder a los abrigos II, IV y VII, siendo las de este último las más conocidas y mejor conservadas, datadas entre 7000 y 4500 años a.C. Se trata de un grupo de animales de extraña apariencia (caballos o jabalíes) acosados por dos arqueros.

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