La magia del Barranc dels Horts y sus robles centenarios (1ª Parte)

La magia del Barranc dels Horts y sus robles centenarios (1ª Parte)

La visita que realizaremos en próximos días al Barranc dels Horts, en Ares del Maestrat, nos permitirá reencontrarnos con la esencia misma de la naturaleza en su aspecto más mágico. Y es que la existencia allí de robles centenarios, del que el Roure Gros constituye el ejemplo más palmario con sus más de 6 siglos de vida, nos trae a la memoria colectiva la época en que enormes bosques de encinas y robles cubrían gran parte de España. Hace miles de años los primitivos habitantes de estas tierras vieron en el roble un símbolo de plenitud y de fuerza, al tiempo que recogían las bellotas como alimento al ser fáciles de almacenar. De acuerdo con Plinio, la bellota era molida y horneada en forma de pan, mientras que el geógrafo e historiador griego Estrabón señalaba al pan de bellota como la dieta básica de los celtas de Iberia.

2. Barranc dels Horts. Autor, Manel

Barranc dels Horts. Autor, Manel

El roble del Barranc del Horts es el denominado quejigo, Quercus faginea, y está emparentado con otras especies de monumental porte como la encina, el castaño, el haya o el alcornoque. Desde muy antiguo este árbol ha sido muy apreciado por los diversos pueblos, y así por ejemplo, la madera se destinaba a la producción de carbón vegetal o a la fabricación de vigas para la construcción (debido a su resistencia y fortaleza). Como ocurre con otras especies de robles el quejigo es marcescente, es decir, pierde las hojas al llegar el otoño. Pero curiosamente no lo hace del todo, ya que muchas de ellas, incluso secas, permanecen adheridas a las ramas hasta el momento en que brotan las nuevas hojas. No está clara la causa de tal fenómeno, aunque se cree que con ello consigue proteger de las heladas los brotes tiernos que están formándose debajo de la antigua hoja.

3. Espectacular ejemplar de quejigo. Autor, Manuel M. Ramos

Espectacular ejemplar de quejigo. Autor, Manuel M. Ramos

En la antigüedad el roble no sólo proporcionaba alimento o madera. Aquellos pueblos primitivos comenzaron a desarrollar la idea de que el roble era el árbol más venerable del bosque, el más resistente y el más útil. Para las construcciones funerarias de celtas y celtíberos se utilizaba solo madera de roble, y dichos pueblos consideraban además que éste árbol era el gran símbolo del crecimiento de las plantas. Por eso muchas tribus tenían su propio roble sagrado, que se alzaba como tótem o talismán en el centro de su territorio. En la cultura celta un ataque contra el clan enemigo podía suceder sólo con el propósito de destruir el árbol sagrado de éste y desmoralizar al rival. Y es que de ocurrir así la desgracia para estas gentes era cosa segura, ya que los robles, debido a su carácter sagrado, eran fuente de horribles maldiciones tras ser cortados: se decía incluso que la copa del roble que brota de las raíces de un tronco caído es malevolente, y que resulta peligroso transitar cerca de allí sin protección, sobre todo tras la puesta de sol.

Continuará…

4. La magia del bosque de quejigos. Autor, Jorge Garzón

La magia del bosque de quejigos. Autor, Jorge Garzón