Benicàssim y los carmelitas del Desert de les Palmes (3ª Parte)
Una vez construido el monasterio, su estructura general fue la de otros de su orden: un recinto exterior cercado, una tapia interior y un claustro. Todo ello rodeado por el silencio y la sempiterna presencia del palmito, la palmera enana de la cual tomó nombre aquella comunidad de penitentes. Los desiertos carmelitas solían habilitar ermitas en el espacio entre ambas cercas, ermitas adonde se retiraban los religiosos para su comunión con Dios en un total aislamiento. En 1781 había contabilizadas unas 11 de estas construcciones (cada una con su celda-dormitorio individual, su oratorio, su cocina y su atrio de entrada), así como 14 grutas habitables.
Torre de San Vicente. Benicàssim. Autor, fdtorrijos
Las cuatro estancias de la ermita estaban a un mismo nivel, de manera que en el centro mismo, allí donde se cruzaban los 2 tabiques de que constaba el edificio, podía construirse un pequeño espacio vacío protegido por 4 marcos acristalados. En el interior se dejaba una lamparilla de aceite que de esta forma iluminaba simultáneamente las 4 estancias. La lámpara debía estar encendida durante toda la noche, y el humo subía por una estrecha chimenea fabricada a propósito en la parte superior.
Benicàssim desde el Desert de les Palmes. Autor, Daniel Cuesta
En el interior del segundo recinto del monasterio estaban las celdas individuales, que en Benicàssim alojaban a 24 religiosos alrededor de una iglesia situada en el centro de todo el complejo. Para la recogida de agua existía un aljibe, y se conservan asimismo restos de lo que fue un imponente palacio episcopal. A la entrada del monasterio, finalmente, los monjes habilitaron una hospedería con habitaciones para los contados viajeros que osaban pedir asilo en estas soledades. En su interior, aparte de los dormitorios con camastros de paja y mantas raídas, el huésped disponía además de una capilla para poder oír misa junto a sus sirvientes, o cumplir con cualquier otra obligación religiosa que hubiese menester.
Monasterio en ruinas. Autor, Stefano
En 1783 una serie de lluvias torrenciales y movimientos de tierra perjudicaron seriamente la estructura del edificio, tras lo cual los Carmelitas Descalzos se vieron obligados a marchar buscando una ubicación más segura. Con el abandono de las antiguas dependencias se comenzó la edificación del nuevo monasterio entre los años 1784 y 1791. Hoy, al contemplar sus ruinas, el visitante puede disfrutar de uno de los lugares más encantadores y poéticos del Desert de les Palmes, donde con el Mediterráneo como fondo, estas huellas del pasado descubren una estampa de serena belleza que invita a rememorar la sencillez y la santidad cotidianamente vividas allí durante casi un siglo.
El Desert de les Palmes. Autora, Nadia Prades