Benicàssim y los carmelitas del Desert de les Palmes (2ª parte)

Benicàssim y los carmelitas del Desert de les Palmes (2ª parte)

Desde su fundación en el monte Carmelo a finales del siglo XII los carmelitas subrayaron su deseo de vivir en una permanente huida del mundo: celdas separadas, sumisos al ayuno y al silencio y plenamente dedicados a la oración, el trabajo y la pobreza. Aquella primera regla sufrió posteriormente cambios que relajaron su vida ascética, hasta que en el siglo XVI los religiosos españoles San Juan de la Cruz y, sobre todo, Santa Teresa de Jesús, impulsaron la vuelta al modelo más estricto y por tanto a una separación de la orden en dos líneas: la de los carmelitas calzados, seguidores de la antigua observancia, y la de los descalzos o teresianos, mucho más parecidos a lo que debió ser la existencia eremítica de los primeros tiempos.

2. Palmito o Chamaerops humilis. Autor, Zingaro

Palmito o Chamaerops humilis. Autor, Zingaro

Así, después de un periodo de relajación en el que llegaron incluso a residir en ciudades, los carmelitas descalzos volvieron a buscar en el “Desierto” su ideal de vida más perfecto y ejemplarizante. Alguien escribió al respecto de su retiro las siguientes palabras:

«El mundo necesita sin saberlo
la libertad que se respira en esos claustros.
El mundo de hoy precisa encontrar estos descansos,
para tantas inútiles fatigas”.

3. Playa de Benicàssim. Autor, Alberto Bizzini

Playa de Benicàssim. Autor, Alberto Bizzini

No cabe duda de que los antiguos dominios de los Beni Qásim (los «hijos de Qásim») custodiados por la fortaleza árabe de Montornés, constituyeron el lugar ideal para aquel primer grupo de religiosos. Sería difícil encontrar un sitio mejor en las postrimerías del siglo XVII: la sierra era poco apta para el cultivo, mientras que en la zona costera el despoblamiento fue extremo durante siglos debido a la insalubridad de los marjales que perfilaban el litoral. Todo fue a peor con el apogeo turco y los frecuentes ataques piratas que asolaron toda la comarca en busca de botín y esclavos, de modo que el “Edén espiritual “ de los carmelitas rozó la perfección durante décadas. Desgraciadamente su aislamiento comenzó a turbarse con la llegada de Don Francisco Pérez Bayer en 1769, cuando quiso acometer la labor encomiable de levantar la iglesia que daría origen al primitivo asentamiento de Benicàssim.

Continuará…

4. Anochece en Benicàssim. Autor, Quimm

Anochece en Benicàssim. Autor, Quimm