En un paisaje calcáreo, caracterizado por muelas (moles o tossals) cortadas por profundos barrancos, se encuentra el Barranc de la Gassulla afluente de la Rambla Carbonera. En él se localiza la Cova Remigia que, junto con el Cingle de la Mola Remigia, constituye uno de los conjuntos más importantes del arte rupestre levantino.

Además, entre La Gassulla y Cova Centelles la erosión del material rocoso de las barrancadas ha originado múltiples abrigos y cuevas, en las que se han descubierto pinturas rupestres en menor cantidad:  Els Cirerals, Racó Molero, Racó Gasparo, Les Dogues, Mas Blanc o Mas del Cingle, lo que convierte a este entorno, con más de mil figuras, en uno de los lugares más importantes del arte prehistórico postpaleolítico del ámbito mediterráneo, único en el mundo.

El Barranc de la Gassulla es un lugar singular en todo el Mediterráneo peninsular que conjuga un paisaje natural bien conservado, una historia de miles de años como lo prueban los yacimientos arqueológicos y las pinturas rupestres, y un medio rural que ha legado joyas arquitectónicas como las construcciones de piedra en seco, Patrimonio de la Humanidad.

Partiendo de La Montalbana, junto a la carretera de Ares del Maestrat, recorreremos el agreste barranco acompañados por un guía del Museo de la Valltorta que nos explicará las pinturas rupestres de Cova Remigia y el Cingle, situadas en los escarpes más elevados del margen izquierdo del barranco, y los hallazgos arqueológicos del importante yacimiento de la recóndita Cova Fosca, en una visita excepcional.

Se accede a los tres enclaves a través de sendas que permiten admirar un paisaje que se extiende muchos kilómetros a la redonda, a veces entre una tupida vegetación de carrascas y matorral, otras junto a zonas donde resalta la desnuda roca calcárea.

El Barranc de la Gassulla da nombre también al Bien de Interés Cultural del Parque Cultural de la Valltorta-Gassulla declarado por la Generalitat Valenciana en 2016. Con una superficie de unos 82 km² distribuidos en 8 términos municipales el BIC engloba un rico patrimonio arquitectónico, etnológico y arqueológico, destacando 92 estaciones de arte rupestre que forman parte del arte rupestre del Arco Mediterráneo de la Península Ibérica, declarado Patrimonio Mundial por la Unesco en 1998.

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