EL LOBO IBÉRICO (1ª parte)

EL LOBO IBÉRICO (1ª parte)

HISTORIA DE ESTE MARAVILLOSO DEPREDADOR

El registro fósil más antiguo del género Canis en Eurasia data de 3,4 millones de años en la Era de las glaciaciones, cuando el hielo cubría una cuarta parte de la Tierra. Diversas especies se distribuían por el mundo y en España se encontraba el Canis etruscus, un tipo de coyote primitivo del que se han hallado fósiles de 1,3 millones de años en el yacimiento de Orce en Granada.

Durante el Pleistoceno, la línea evolutiva de este cánido llega al lobo moderno, Canis lupus (900.000/600.000 años a.C.). La relativa baja altitud de la Península Ibérica y la bonanza climática postglaciar la transformó en un paraíso para la vida y para el primer lobo ibérico, cuyos fósiles en Atapuerca (Burgos) y Ambrona (Soria) están datados entre 400 y 200.000 años de antigüedad.

En Europa se asume que todas las poblaciones de lobos actuales corresponden a la especie tipo Canis lupus lupus, aunque se reconocen dos subespecies, una de ellas Canis lupus signatus en la Península Ibérica, cuya diferenciación taxonómica se debe a la descripción del zoólogo Ángel Cabrera en su libro Fauna Ibérica publicado a principios del siglo XX.

El lobo, animal totémico para íberos y romanos, es una especie amada y odiada a partes iguales por el ser humano con quien compite desde tiempos prehistóricos. Originalmente, era uno de los mamíferos más ampliamente distribuido por todo el hemisferio norte. Sin embargo, en apenas 250 años fue exterminado del 80% de sus territorios originales europeos y norteamericanos y en Europa se refugió en los grandes macizos montañosos del este y del sur.

En la Península Ibérica, hasta el siglo XIX, el lobo ibérico vivía en gran parte del territorio español y portugués estimándose de 7.000 a 9.000 ejemplares en las regiones españolas. Pero su persecución ya comenzó en el año 1816 cuando una ley lo consideraba alimaña y ofrecía recompensas a las personas que cazaran adultos o cachorros.

Fue entre las décadas de los 50 y 70 del siglo XX cuando comenzó la mayor regresión de las poblaciones con la figura del lobero o cazador de lobos como inductor y la instalación de trampas o el uso de venenos, reduciendo su superficie en un 67%.

Entre 1986 y 1988, a instancias del ICONA (Instituto para la Conservación de la Naturaleza), se llevó a cabo el primer estudio nacional del lobo en España. El resultado concluyó que el área de distribución de la especie se extendía por 100.000 km2, fundamentalmente en el cuadrante noroccidental del país.

La población española se estimó en 294 grupos familiares con un total de entre 1.500-2.000 ejemplares, el 90% en las regiones de Castilla y León, y Galicia.

A finales del siglo XX se produce una lenta recuperación de la población y del área ocupada, gracias al aumento de sus presas potenciales, especialmente ungulados salvajes, por la disminución de la persecución humana y por la prohibición del uso de veneno en la Ley de Caza de 1970.

Entre 2012 y 2014 se realizó el segundo estudio nacional de lobos en España, cuyos resultados no mostraban cambios significativos respecto al primero por lo que la población ibérica parecía haberse estancado, excepto en algunas áreas locales.

Félix Rodríguez de la Fuente, que pasó 2 años entre lobos, fue el gran defensor de esta especie y, a través de sus documentales, consiguió concienciar sobre su necesaria protección y despertar la simpatía de los españoles por este cánido.

Actualmente, la población de lobo ibérico se está recuperando gracias a las medidas de protección de la administración y al despoblamiento rural. Se concentra en el sector noroccidental de la Península y, en la actualidad se expande hacia el Este.

León tiene el mayor número de lobos por provincia (unas 70 manadas), y Zamora mantiene la más alta densidad y la población más genuina en la Sierra de la Culebra. Ambas provincias, joyas del reino del lobo ibérico.

PROTECCIÓN

El lobo ibérico es una subespecie exclusiva de la Península Ibérica, un símbolo de la fauna silvestre amenazada y el protagonista de gran parte de nuestro patrimonio cultural, cuentos, canciones, leyendas y toponimia.

El factor principal que condiciona el estado de conservación de sus poblaciones es la mortalidad provocada por el ser humano, caza legal o ilegal asociada a su supuesta depredación sobre cabezas de ganado y al miedo atávico que genera.

Desde el 22/09/2021, mediante la Orden Ministerial TED/980/2021, el lobo ibérico está protegido en todo el territorio nacional mediante su incorporación al Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial (LESRPE) del Real Decreto 139/2011, prohibiendo su caza deportiva y unificando el estatus legal de todas las poblaciones de lobo ibérico en España.

CARACTERÍSTICAS

Los lobos son carnívoros sociales, inteligentes y con sentidos muy desarrollados, especialmente el olfato. Pueden recorrer largas distancias a gran velocidad, saltar hasta 5 m de longitud y nadar varios kilómetros en aguas abiertas.

Viven en grupos familiares jerarquizados, compuestos por una pareja reproductora y sus crías (de varios años y/o camadas precedentes), con un número de miembros que varía según regiones y dentro de un mismo año, sobre todo antes y después de los partos. Cada manada establece y defiende frente a otros lobos, territorios de un tamaño que oscila entre 75 y 2.500 km2, en función de la densidad de presas y de las características del terreno.

El lobo mantiene una estructura social rígida y monógama en el que sólo procrea la pareja dominante (hembra y macho alfa) y el resto de los miembros coopera en la caza y en el cuidado de los jóvenes. De esta manera se regula el tamaño de la población y asegura su supervivencia.

La reproducción empieza en invierno o principios de primavera y las lobas paren entre abril y junio. El número de la camada fluctúa mucho entre distintas poblaciones y varía entre 1 y 11 cachorros que se destetan alrededor del mes y medio cuando empiezan a nutrirse de carne regurgitada por los miembros del grupo. A las 3 semanas los cachorros ya realizan las primeras salidas del cubil, aunque son muy dependientes de los adultos hasta el primer año de vida.

El lobo ibérico puede vivir en hábitats muy variados siempre que tengan cobertura vegetal suficiente para refugiarse y disponibilidad de presas. Este amplio rango de distribución y adaptabilidad dan lugar a notables diferencias en cuanto a tamaño y morfología. Un lobo adulto puede medir entre 100 y 120 cm desde el hocico hasta la base de la cola y pesar entre 30 y 50 kg.

Su fuerte constitución y potente mandíbula revelan su carácter de gran depredador. Sus presas preferentes son cabras monteses y corzos, pero es bastante flexible y puede cazar también desde pequeños roedores hasta jabalíes, incluyendo carroña en su dieta.

El lobo interactúa con sus congéneres y otras especies mediante gestos, posturas o señales olfativas, pero la forma de comunicación más popular es sin duda el aullido. Utilizan estos sonidos para reunir a la manada que puede estar dispersa a kilómetros de distancia; para identificarse; para reforzar los lazos de unión entre ellos y para expresar sus emociones: la alegría por una nueva camada o una buena caza o la tristeza porque han sido abandonados por su grupo, como ocurre con los lobos más viejos que ya no ayudan en la caza, aunque a veces son ellos mismos quienes abandonan el grupo.

Los aullidos también tienen fines como atraer a las hembras, tranquilizar a los cachorros o ahuyentar a algún macho indeseado y se usan durante la caza como advertencia a otras manadas a las que indican con ellos su territorio, su fuerza y el tamaño del grupo, ya que ningún lobo aúlla igual a otro y así se puede precisar cuántos miembros lo forman.

El aullido define la estricta jerarquía de la manada ya que es distinto según el rango del lobo que lo emita. La pareja alfa comienza con un sonido profundo y largo al que se suman los lobos beta con un sonido más agudo y continuo, y le siguen los lobos de menor rango que producen sonidos parecidos a ladridos, causando la impresión de que son un grupo más numeroso de lo que es en realidad. El último en sumarse al coro es el lobo omega que emite un sonido más alto y agradable para serenar al agitado grupo.

Cuando son crías, los lobos identifican a los miembros de su familia por el olor, pero a partir de los 6 meses ya son capaces de reconocer los aullidos de su manada y evitan el peligro, cuando salen de su entorno, de confundirse con la llamada de otra manada e ir en la dirección equivocada.

Pese al famoso mito, los lobos no aúllan a la luna llena. Cuenta la leyenda, que una  atávica noche la luna quiso bajar a la tierra y se quedó enredada entre las ramas de un árbol. En ese momento apareció un lobo y atraído por su belleza empezó a acariciarla con su hocico y a jugar con ella toda la noche. Cuando al amanecer la luna volvió al cielo, le robó la sombra al lobo para recordarle siempre y desde entonces, él le aúlla en las noches de luna llena para pedirle que se la devuelva.


Traducció al valencià:

EL LLOP IBÈRIC (1ª part)

HISTÒRIA D’ESTE MERAVELLÓS DEPREDADOR

El registre fòssil més antic del gènere Canis a Euràsia data de 3,4 milions d’anys de l’Era de les glaciacions, quan el gel cobria una quarta part de la Terra.

Diverses espècies es distribuïen pel món i a Espanya es trobava el Canis etruscus, un tipus de coiot primitiu del qual s’han trobat fòssils de 1,3 milions d’anys en el jaciment de Orce a Granada.

Durant el Plistocè, la línia evolutiva d’este cànid arriba al llop modern, Canis lupus (900.000/600.000 anys a. C.). La relativa baixa altitud de la Península Ibèrica i la bonança climàtica postglacial la va transformar en un paradís per a la vida i per al primer llop ibèric, els fòssils del qual a Atapuerca (Burgos) i Ambrona (Soria) estan datats entre 400.000 i 200.000 anys d’antiguitat.

A Europa s’assumix que totes les poblacions de llops actuals corresponen a l’espècie tipus Canis lupus lupus, encara que es reconeixen dos subespècies, una d’elles, Canis lupus signatus, a la Península Ibèrica, la diferenciació taxonòmica de la qual es deu a la descripció del zoòleg Ángel Cabrera en el seu llibre Fauna Ibèrica publicat a principis del segle XX.

El llop, animal totèmic per a ibers i romans, és una espècie estimada i odiada a parts iguals per l’ésser humà amb qui competix des de temps prehistòrics. Originalment, era un dels mamífers més àmpliament distribuït per tot l’hemisferi nord. No obstant això, en tot just 250 anys va ser exterminat del 80% dels seus territoris originals europeus i nord-americans i a Europa es va refugiar en els grans massissos muntanyencs de l’est i del sud.

A la Península Ibèrica, fins al segle XIX, el llop ibèric vivia en gran part del territori espanyol i portuguès estimant-se de 7.000 a 9.000 exemplars a les regions espanyoles. Però la seua persecució ja va començar l’any 1816 quan una llei el va considerar alimanya i oferia recompenses a les persones que caçaren adults o cadells.

Va ser entre les dècades dels 50 i 70 del segle XX quan va començar la major regressió de les poblacions amb la figura del lobero o caçador de llops com a inductor i la instal·lació de paranys o l’ús de verins, reduint la seua superfície en un 67%.

Entre 1986 i 1988, a instàncies de l’ICONA (Institut per a la Conservació de la Naturalesa), es va dur a terme el primer estudi nacional del llop a Espanya. El resultat va concloure que l’àrea de distribució de l’espècie s’estenia per 100.000 km², fonamentalment en el quadrant nord-occidental del país. La població espanyola es va estimar en 294 grups familiars amb un total d’entre 1.500-2.000 exemplars, el 90% a les regions de Castella i Lleó, i Galícia.

A finals del segle XX es produïx una lenta recuperació de la població i de l’àrea ocupada, gràcies a l’augment de les seues preses potencials, especialment ungulats salvatges, per la disminució de la persecució humana i per la prohibició de l’ús de verí en la Llei de Caça de 1970.

Entre 2012 i 2014 es va realitzar el segon estudi nacional de llops a Espanya, els resultats del qual no mostraven canvis significatius respecte al primer, per la qual cosa semblava que la població ibèrica s’havia estancat, excepte en algunes àrees locals.

Félix Rodríguez de la Fuente, que va passar 2 anys entre llops, va ser el gran defensor d’esta espècie i, a través dels seus documentals, va aconseguir conscienciar sobre la seua necessària protecció i despertar la simpatia dels espanyols per este cànid.

Actualment, la població de llop ibèric s’està recuperant gràcies a les mesures de protecció de l’administració i al despoblament rural. Es concentra en el sector nord-occidental de la Península i, en l’actualitat s’expandix cap a l’Est.

León té el major nombre de llops per província (uns 70 grups familiars), i Zamora manté la més alta densitat i la població més genuïna en la Serra de la Colobra. Les dos províncies, joies del regne del llop ibèric.

PROTECCIÓ

El llop ibèric és una subespècie exclusiva de la Península Ibèrica, un símbol de la fauna silvestre amenaçada i el protagonista de gran part del nostre patrimoni cultural: contes, cançons, llegendes i toponímia.

El factor principal que condiciona l’estat de conservació de les seues poblacions és la mortalitat provocada per l’ésser humà, caça legal o il·legal associada a la seua suposada depredació sobre caps de bestiar i a la por atàvica que genera.

Des del 22/09/2021, mitjançant l’Orde Ministerial TED/980/2021, el llop ibèric està protegit en tot el territori nacional mitjançant la seua incorporació al Llistat d’Espècies Silvestres en Règim de Protecció Especial (LESRPE) del Reial decret 139/2011, prohibint la seua caça esportiva i unificant l’estatus legal de totes les poblacions de llop ibèric a Espanya.

CARACTERÍSTIQUES

Els llops són carnívors socials, intel·ligents i amb sentits molt desenvolupats, especialment l’olfacte. Poden recórrer llargues distàncies a gran velocitat, saltar fins a 5 m de longitud i nadar varis quilòmetres en aigües obertes.

Viuen en grups familiars jerarquitzats, formats per una parella reproductora i les seues cries (de diversos anys i/o de ventrades precedents), amb un nombre de membres que varia segons regions i dins d’un mateix any, sobretot abans i després dels parts. Cada grup establix i defèn, enfront d’altres llops, territoris d’una grandària que oscil·la entre 75 i 2.500 km², en funció de la densitat de preses i de les característiques del terreny.

El llop manté una estructura social rígida i monògama en el qual només procrea la parella dominant (femella i mascle alfa) i la resta dels membres coopera en la caça i en la cura dels joves. D’esta manera es regula el tamany de la població i assegura la seua supervivència.

La reproducció comença a l’hivern o principis de primavera i les llobes parixen entre abril i juny. El nombre de cada ventrada fluctua molt entre diferents poblacions i varia entre 1 i 11 cadells que es deslleten al voltant del mes i mig quan comencen a nodrir-se de carn regurgitada pels membres del grup. A les 3 setmanes els cadells ja realitzen les primeres eixides del catau, encara que són molt dependents dels adults fins al primer any de vida.

El llop ibèric pot viure en hàbitats molt variats sempre que tinguen cobertura vegetal suficient per a refugiar-se i disponibilitat de preses. Este ampli rang de distribució i adaptabilitat done lloc a notables diferències quant a grandària i morfologia. Un llop adult pot fer entre 100 i 120 cm des del musell fins a la base de la cua i pesar entre 30 i 50 kg.

La seua forta constitució i potent mandíbula revelen el seu caràcter de gran depredador. Les seues preses preferents són cabres salvatges i cabirols, però és bastant flexible i pot caçar també des de xicotets rosegadors fins a senglars, incloent-hi carronya en la seua dieta.

El llop interactua amb els seus congèneres i altres espècies mitjançant gestos, postures o senyals olfactoris, però la forma de comunicació més popular és sens dubte l’udol. Utilitzen estos sons per a reunir el grup familiar que pot estar dispers a quilòmetres de distància; per a identificar-se; per a reforçar els llaços d’unió entre ells i per a expressar les seues emocions: l’alegria per una nova ventrada o una bona caça o la tristesa perquè han sigut abandonats pel seu grup, com ocorre amb els llops més vells que ja no ajuden en la caça, encara que a vegades són ells mateixos els qui abandonen el grup.

Els udols també tenen fins com atraure a les femelles, tranquil·litzar als cadells o espantar a algun mascle indesitjat i s’usen durant la caça com a advertiment a altres grups a les quals indiquen així el seu territori, la seua força i la grandària del grup, ja que cap llop udola igual a un altre i així es pot precisar quants membres el formen.

L’udol definix l’estricta jerarquia del grup ja que és distint segons el rang del llop que l’emeta. La parella alfa comença amb un so profund i llarg al qual se sumen els llops beta amb un so més agut i continu, i li seguixen els llops de menor rang que produeixen sons semblants a lladrucs, donant la impressió que són un grup més nombrós del que és en realitat. L’últim a sumar-se és el llop omega que emet un so més alt i agradable per a asserenar a l’agitat grup.

Quan són cries, els llops identifiquen als membres de la seua família per l’olor, però a partir dels 6 mesos ja són capaços de reconéixer els udols del seu grup i eviten el perill, quan ixen del seu entorn, de confondre’s amb la crida d’un altre grup i anar en la direcció equivocada.

Tot i el famós mite, els llops no udolen a la lluna plena. La llegenda explica que una nit atàvica la lluna va voler baixar a la terra i es va quedar embolicada entre les branques d’un arbre. En aquell moment va aparèixer un llop i atret per la seva bellesa va començar a acariciar-la amb el musell i a jugar amb ella tota la nit. Quan al clarejar la lluna va tornar al cel, li va robar l’ombra al llop per recordar-lo sempre i des d’aleshores, ell li udola en les nits de lluna plena per demanar-li que li la torni.