Entre medusas, o con toda la playa llena, por qué tuvo que picarme a mi

Entre medusas, o con toda la playa llena, por qué tuvo que picarme a mi

Empieza el mes de junio y las playas de Castellón se llenan de bañistas confiados, en busca de una tarde de asueto para nadar en el mar, salpicando al respetable, freír el aceite protector sobre la piel o enterrarse bajo toneladas de arena, siempre a propuesta del resto de “amigos” de toda la vida. Otros la pasan deambulando por la rompiente luciendo palmito u oteando carne fresca con que alegrar la vista, y los más, simplemente, metidos en el agua hasta el cuello para evitar el fuerte calor que suele brindarnos estas fechas… Pero, cuidado: la presencia de medusas en verano junto las playas se ha convertido desgraciadamente en un hecho casi programado, puesto que con demasiada frecuencia los temporales mar adentro suelen acercar hasta la costa bancos compuestos de millones de estos seres, lo que constituye un verdadero incordio para los turistas. Se trata de un fenómeno natural que afecta tanto a la costa mediterránea como atlántica, y que se intensifica de año en año debido casi siempre a nuestro impacto sobre el medio. Nada podemos hacer ante las plagas de medusas sino evitarlas a toda costa, pero ¿Es esto lo único que merece la pena saber sobre estos animales? Rotundamente no. Les invitamos pues a dejarse sorprender leyendo detenidamente el siguiente post, donde descubrirán algunas de las curiosidades menos conocidas, y no siempre desagradables, de lo que algunos ya comienzan a denominar “el mito de los fantasmas del mar”:

2. Playa atestada de medusas varadas. Autor, Mehmet Yayla

Playa atestada de medusas varadas. Autor: Mehmet Yayla

1. A pesar de su biología llena de sorpresas, no es esto lo primero que nos llama la atención de estos delicados seres. Y es que en Japón, Corea y China, donde le encuentran un punto sabroso a todo lo que se mueve, hacen riquísimas hamburguesas con las medusas que logran capturar en sus costas. Las cocinan de todas las formas posibles, incluso a la barbacoa, y desde luego la utilidad de esta costumbre culinaria como remedio anti-plagas es indiscutible, pues sumándose a la batalla contra los densos bancos que asolan a menudo las “Islas del Sol Naciente”, muchas localidades han desarrollado un método para convertir las medusas gigantes en harina para hacer galletas. El producto se llama «Ekura chan saku saku cookies», se destina sobre todo a los turistas y se vende a 580 yenes por caja de 10 unidades (unos cincuenta céntimos la galleta). Por otro lado, y al igual que hacemos aquí con las fiestas del langostino, el pulpo a la gallega o el “pescaíto frito”, los socorridos japoneses organizan también sus festivales gastronómicos en fechas señaladas, y casi siempre con una numerosa concurrencia, aunque esta vez sirviendo tapas que incluyen medusa gigante como producto estrella.

2. Si ya sienten el gusanillo de probar una buena ración de medusa, felicidades: no es necesario cruzar medio mundo para conseguir que nos sirvan un plato. En España son varios los restaurantes que tienen ya en sus cartas apetecibles sugerencias que incluyen a la medusa como protagonista. Por ejemplo, en el restaurante “La Sopa Boba” de Alpedrete (Madrid) es posible pedir cosas tan poco habituales como una ensalada de medusa; ramallo de mar y wakame, o rabo de toro con medusa de guarnición. Para los excéntricos la carta ofrece asimismo tempura de medusa e incluso licor fabricado con este simpático animal. Los responsables de la cocina aseguran que su sabor es muy parecido a un alga fuerte, y la textura, extremadamente gelatinosa, recuerda mucho al seso de cordero o a las manitas de cerdo. Además, al tener abundancia de colágeno, las medusas resultan ideales como complemento nutritivo para la piel.

3. Ensalada japonesa de medusa y algas. Autor, Jose Wolff

Ensalada japonesa de medusa y algas. Autor: Jose Wolff

3. Muchas medusas son bioluminiscentes, es decir, emiten luz de forma autónoma. Desde hace siglos, miles de marineros de buena parte del mundo han contado fábulas increíbles sobre unos mares «que brillaban en la oscuridad hasta donde llegaba la vista». Hasta el capitán Nemo a bordo de su Nautilus describió perfectamente uno de estos mares brillantes en el libro “20.000 leguas de viaje submarino”, escrito por Julio Verne en 1869: «Era un mar de leche, una balsa de agua que brillaba en la oscuridad», decía. La primera descripción de un organismo bioluminiscente data de muy antiguo y se debe a Cayo Plinio Segundo el Viejo (23-79 DC), quien describió en su Historia Natural la existencia de unas medusas en la bahía de Nápoles que resplandecían con una tonalidad verdosa al ser expuestas a la luz solar. Plinio desarrolló incluso una técnica para decorar cerámica empleando triturados de estos animales. Afortunadamente, todas estas historias han pasado del mito a la más pura realidad después de que el fenómeno haya sido fotografiado por primera vez desde un satélite.

4. Medusas bioluminiscentes. Autor, Manuel M. Vicente

Medusas bioluminiscentes. Autor: Manuel M. Vicente

4. Las medusas fluorescentes son probablemente el summum de la sofisticación en bioluminiscencia. Es el caso de la llamada Clavel (Pelagia noctiluca), de tonos rosados y muy abundante en nuestras costas, o de la Gelatina cristal (Aequorea victoria), esta última norteamericana. La Aequorea es capaz de producir flashes de luz verde que le permite iluminar durante la noche amplias franjas de mar próximas a la costa. En el verano del 1961, el científico japonés Osamu Shimomura se dedicó a exprimir más de 10.000 ejemplares de esta medusa para aislar la sustancia responsable de su bioluminiscencia. Sus estudios, galardonados en 2008 con el Nobel de Química, condujeron a la identificación de una proteína que emitía fluorescencia verde y que hoy tiene aplicaciones muy diversas en investigación biomédica y biotecnológica. Así, por ejemplo, permite visualizar de forma no invasiva la evolución de tumores en animales de experimentación, simplemente observando la fluorescencia que emiten las células cancerosas al iluminar de forma adecuada a los animales vivos.

5. Avispa de mar. Autor, Alexandra Roberts

Avispa de mar. Autor: Alexandra Roberts

5. Todos nos hemos sorprendido por el tamaño a veces sorprendente de una medusa varada en la playa. Medio metro, un metro incluso, tirando por lo alto… Pobres ilusos: frente a las costas de China y Japón vive una especie conocida por los científicos como Nemopilema nomura, y en Japón como «echizen kurage», cuya mole en flotación alcanza una anchura de casi 2 metros, siendo su peso aproximado de unos 200 kilos. Encontrarse con ella en plena zambullida debe ser una experiencia de las que no se olvidan salvo con grandes dosis de alcohol. Pero hay que decir que ésta no es ni mucho menos la mayor medusa existente. El premio gordo (nunca mejor dicho) se lo lleva la llamada Melena de león ártica (Cyanea capillata), un monstruoso habitante de las profundidades del Ártico y que es considerada asimismo el animal vivo o extinto más largo del planeta. Un ejemplar varado en las costas de Massachusetts en 1870 fue medido minuciosamente y alcanzó una anchura de 2,3 m., mientras que sus tentáculos, a pesar de estar incompletos, llegaron a la friolera de 36,5 metros de longitud. Se cree que en condiciones normales esta especie puede alcanzar fácilmente los 60 ó 70 m. puesto que en julio de 2010 y frente a las costas de New Hampshire (EEUU), unas 150 personas sufrieron picaduras por los restos de una única medusa Melena de león ártica que se había desmembrado en innumerables trozos y flotaba a poca distancia de la orilla. Se sabe incluso que en 1973 el navío Kuranda que cubría el trayecto entre las islas Fidji y Australia, fue atacado por una medusa gigante de aproximadamente 60 metros de longitud, teniendo que acudir un segundo barco, el Hércules, en su auxilio.

6. Ejemplar de medusa gigante

Ejemplar de medusa gigante

6. Las medusas, como todo el mundo sabe, son venenosas. La mayoría ha sufrido o sufrirá alguna vez en su vida una picadura de este molesto vecino de playa, por lo que no está de más saber que el veneno es inyectado gracias a unos filamentos que se disparan contra nuestra piel al rozar sus tentáculos, lo que las hace peligrosas incluso estando varadas en la orilla. Exclamaciones como: “¡Qué bien, una medusa!”, y “¡Joder con la medusa!”, siempre de seguido y en ese orden, son muy comunes durante las tardes de verano entre paseantes playeros descuidados. Más de 1.000 especies son tóxicas para la especie humana y la reacción al veneno suele ser inmediata y muy dolorosa. ¿Qué hacer si hemos sido picados por uno de estos seres? Entre los consejos más eficientes se encuentra no frotar el área afectada ni con arena ni con la toalla; nunca limpiar la herida con agua dulce, sino salada, y mejor aún si utilizamos vinagre; y asimismo aplicar frío, pero de ningún modo hielo colocado directamente sobre la piel. Conviene en cualquier caso llevar al paciente lo más pronto posible a un centro de salud, ya que por lo general se desconoce siempre la especie causante del ataque. Además, una picadura mal curada puede dejar cicatrices permanentes en la zona afectada.

7. Bañista y medusa varada en la orilla. Autor, Andrea Small

Bañista y medusa varada en la orilla. Autor: Andrea Small

7. Las medusas de aguas españolas no suelen causar graves daños al ser humano. Entre las más frecuentes cabe destacar la ya citada medusa Clavel, o la Huevo frito (Cotylorhiza tuberculata), llamada así precisamente por su semejanza a este popular plato en pisos de solteros y estudiantes. Mucho más peligrosa es sin embargo la Fragata portuguesa, también llamada Agua mala (Physalia physalis), presente en aguas atlánticas y mucho más raramente en el Mediterráneo. Se trata en realidad de una agrupación de pequeños animales llamados hidroides, y que en conjunto forman una colonia donde cada grupo tiene un trabajo asignado: unos se encargan de la digestión; otros de la captura de presas, y en fin, otros también de la reproducción. En la parte superior se dispone la característica vela, de unos 25 cm, con la cual las fragatas se dejan llevar por las corrientes marinas hasta alcanzar grandes distancias. En las islas Canarias suelen aparecer de enero a julio causando a veces verdaderas invasiones y algún que otro ataque de extrema gravedad debido a la potencia de sus toxinas.

8. Medusa huevo frito. Autor, Sarsifa

Medusa huevo frito. Autor: Sarsifa

8. Pero la fragata portuguesa no es, ni con mucho, la especie de medusa más peligrosa del mundo. Estas se incluyen dentro de la clase cubozoos, y aunque afortunadamente son de aguas tropicales y no se presentan en España, no está de más describirlas por el peligro mortal que suponen para los bañistas. La avispa marina (Chironex fleckeri) es considerada como el animal más venenoso del planeta, y su toxina es capaz de matar a una persona en 3 minutos por paro cardiaco. La avispa marina mata cada año a más personas que la suma de las muertes provocadas por todo el resto de animales oceánicos, puesto que la minúscula cantidad del veneno inyectado actúa rápidamente sobre el sistema nervioso, y después de una reacción inicial de intenso dolor similar al producido por el ácido o por un hierro candente, se produce un paro cardiorrespiratorio de consecuencias siempre fatales para la víctima.

9. Los peligrosos cubozoos. Autor, Digi shot

Los peligrosos cubozoos. Autor: Digi shot

Otra especie de cubozoo, la Carukia barnesi, es responsable de un mal que durante mucho tiempo se conoció en Australia como síndrome de Irukandji, en honor de una tribu aborigen habituada a sus estragos. Nadie sabía a qué se debía hasta que en 1964, Jack Barnes, un médico acostumbrado a tratar sus síntomas, se propuso solucionar el enigma de una manera un tanto peculiar: eligió una de las playas en las que más casos de daban, se puso las gafas de buzo y se armó con un bote para capturar al responsable. Tras un tiempo buceando dio con algo sumamente pequeño. Era una medusa cuyo cuerpo no alcanzaba los treinta milímetros de largo, así que volvió a la orilla, la sacó del bote y dejó que le picara en el brazo. Con él, también se encontraban su hijo y unos socorristas que accedieron a ser picados, de modo que al cabo de los minutos los tres sufrían los mismos síntomas idénticos a los que se describían con el síndrome de Irukandji. Había encontrado al culpable.

10. Carukia barnesi, la causante del mal de Irukandji. Autor, Gondwananet

Carukia barnesi, la causante del mal de Irukandji. Autor: Gondwananet

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Traducció al valencià:

Entre meduses, o “amb tota la platja plena, per què va tindre que picar-me a mi?”

Comença el mes de juny i les platges de Castelló s’omplin de banyistes confiats, buscant un ratet de festa per a banyar-se en la mar, esguitant al respectable, fregir-se amb l’oli protector sobre la pell o soterrar-se baix tones d’arena, sempre a proposta de la resta d’amics de tota la vida. Altres se’l passen deambulant vora mar, lluint cos o atalaiant carn fresca amb què alegrar la vista, i els més, simplement, ficats en l’aigua fins al coll per a evitar la forta calor que sol brindar-nos estes dates… Però, atenció: a l’estiu la presència de meduses en les platges s’ha convertit, desgraciadament, en un fet quasi programat, ja que amb massa freqüència els temporals, mar en dins, solen portar fins a la costa bancs compostos de milions d’estos sers, el que constituïx un verdader emprenyament per als turistes.
Es tracta d’un fenomen natural que afecta tant la costa mediterrània com la atlàntica, i que s’intensifica, d’any en any, degut quasi sempre al nostre impacte sobre el medi. Res podem fer davant de les plagues de meduses sinó evitar-les a tota costa, però és açò l’única cosa que val la pena saber sobre estos animals? Rotundament no. Us invitem a sorprendre-vos llegint el següent post, on descobrireu algunes de les curiositats menys conegudes, i no sempre desagradables, del fenomen que alguns ja comencen a denominar “el mite dels fantasmes del mar”:

1. A pesar de la seua biologia plena de sorpreses, no és açò el primer que ens crida l’atenció d’estos delicats sers. I és que al Japó, Corea i Xina, on li troben un punt saborós a tot el que es mou, fan riquíssimes hamburgueses amb les meduses que capturen en les seues costes. Les cuinen de totes les formes possibles, inclús a la barbacoa. La utilitat d’este costum culinari com a remei contra esta plaga és indiscutible, però a més, sumant-se a la batalla contra els densos bancs que assolen sovint les illes del “Sol Naixent”, moltes localitats han desenvolupat un mètode per a convertir les meduses gegants en farina per a fer galetes. El producte s’anomena «Ekura chan saku saku cookies» i es destina sobretot als turistes, venent-lo a 580 iens per caixa de 10 unitats (uns cinquanta cèntims la galeta). D’altra banda, igual que fem ací amb festes per promocionar la llagosta, el polp o el “pescaíto frito”, els japonesos organitzen també els seus festivals gastronòmics en dates assenyalades, i quasi sempre amb una nombrosa concurrència, però ells servint tapes que inclouen medusa gegant com a producte estrella.

2. Si ja us hem fet ganes de tastar una bona ració de medusa, felicitats: no cal creuar mig món per a aconseguir-ho. A Espanya són diversos els restaurants que ja tenen en la seua carta abellidors suggeriments que inclouen la medusa com a protagonista. Per exemple, en el restaurant “La Sopa Boba” d’Alpedrete (Madrid) és possible demanar coses tan poc habituals com una ensalada de medusa; ramallo de mar i wakame, o cua de bou amb medusa de guarnició. Per als excèntrics la carta oferix també tempura de medusa i inclús licor elaborat amb este simpàtic animal. Els responsables de la cuina asseguren que el seu sabor és molt paregut a un alga forta, i que la textura, extremadament gelatinosa, recorda molt al cervell de corder o a les manetes de porc. A més, al ser riques en col·lagen, les meduses resulten ideals com a complement nutritiu per a la pell.

3. Moltes meduses són bioluminescents, és a dir, emeten llum de forma autònoma. Des de fa segles, milers de mariners de bona part del món han contat faules increïbles sobre uns mars «que brillaven en la foscor fins on arribava la vista». Inclús el capità Nemo a bord del seu Nautilus va descriure perfectament un d’estos mars brillants en el llibre “20.000 llegües de viatge submarí”, escrit per Verne en 1869: «Era un mar de llet, una bassa d’aigua que brillava en la foscor»,deia.
La primera descripció d’un organisme bioluminescent data de molt antic i es deu a Cayo Plini Segon, el Vell (23-79 DC), qui va descriure en la seua Història Natural l’observació d’unes meduses en la badia de Nàpols que resplendien amb tonalitat verdosa quan eren exposades a la llum solar. Plini, fins i tot va inventar una tècnica per a decorar ceràmica emprant triturats d’estos animals. Afortunadament, totes estes històries han passat del mite a la més pura realitat després que el fenomen haja sigut fotografiat per primera vegada des d’un satèl·lit.

4. Les meduses fluorescents són probablement el súmmum de la sofisticació en bioluminescència. És el cas de l’anomenada Clavell (Pelagia noctiluca), de tons rosats i molt abundant en les nostres costes, o de la Gelatina cristall (Aequorea victoria), espècie nord-americana capaç de produir flaixos de llum verda que li permet il·luminar durant la nit àmplies franges de mar pròximes a la costa. En l’estiu del 1961, el científic japonés Osamu Shimomura es va dedicar a esprémer més de 10.000 exemplars d’esta medusa per a aïllar la substància responsable de la seua bioluminescència. Els seus estudis, guardonats en 2008 amb el Nobel de Química, van conduir a la identificació d’una proteïna que emetia fluorescència verda i que hui té aplicacions molt diverses en investigació biomèdica i biotecnològica. Així, per exemple, permet visualitzar de forma no invasiva l’evolució de tumors en animals d’experimentació, simplement observant la fluorescència que emeten les cèl·lules canceroses il·luminant de forma adequada als animals vius.

5. Tots ens hem sorprès alguna vegada de la grandària d’algunes meduses que apareixen en la platja. Mig metre, un metre inclús, tirant per l’alt… Pobres il·lusos: enfront de les costes de Xina i Japó viu una espècie coneguda pels científics com Nemopilema nomura, i comument al Japó com «echizen kurage», la massa de la qual en flotació arriba a una amplària de quasi 2 metres, amb un pes aproximat d’uns 200 quilos. Trobar-se amb ella en ple cabussó ha de ser una experiència inoblidable, excepte amb grans dosis d’alcohol. Però cal dir que esta no és ni de bon tros la major medusa existent. El premi gros (mai millor dit) se l’en porta l’anomenada Cabellera de lleó àrtica (Cyanea capillata), un monstruós habitant de les profunditats de l’Àrtic considerat l’animal viu o extint més llarg del planeta. Un exemplar encallat en les costes de Massachusetts en 1870 va ser mesurat minuciosament i va donar una amplària de 2,3 m., mentre que els seus tentacles, a pesar d’estar incomplets, abastien 36,5 metres de longitud. Es creu que en condicions normals esta espècie pot arribar fàcilment als 60 o 70 m ja que al juliol del 2010, enfront de les costes de New Hampshire (EUA), unes 150 persones van patir picadures per les restes d’una única medusa Cabellera de lleó àrtica que s’havia desmembrat en innumerables trossos i surava a poca distància de la vora. Se sap inclús que en 1973 el navili Kuranda que cobria el trajecte entre les illes Fiji i Austràlia, va ser atacat per una medusa gegant d’aproximadament 60 metres de longitud, havent d’acudir al seu auxili un segon vaixell, l’Hèrcules.

6. Les meduses, com tot el món sap, són verinoses. La majoria de persones ha patit o patirà alguna vegada en la seua vida, una picadura d’este molest veí de platja, raó per la qual cal saber que el verí és injectat mitjançant uns filaments que es disparen contra la nostra pell al fregar els seus tentacles, fet que les fa perilloses inclús estant encallades en la vora de la mar. Exclamacions com: “Què bé, una medusa!”, i “Fotre amb la medusa!”, sempre seguides i en eixe orde, són molt comunes a l’estiu entre els banyistes i passejants descuidats. Més de 1.000 espècies són tòxiques per al ser humà i la reacció al verí sol ser immediata i molt dolorosa. Què fer si hem sigut picats per un d’estos sers? Un dels consells més eficaç és no fregar l’àrea afectada ni amb arena ni amb la tovalla; tampoc mai netejar la ferida amb aigua dolça, sinó salada, i millor encara si utilitzem vinagre; i aplicar fred, però mai amb gel col·locat directament sobre la pell. Convé en qualsevol cas portar al pacient el més prompte possible a un centre de salut, ja que generalment es desconeix l’espècie causant de l’atac. A més, una picadura mal curada pot deixar cicatrius permanents en la zona afectada.

7. Les meduses d’aigües espanyoles no solen causar greus danys al ser humà. Entre les més freqüents cal destacar la ja esmentada medusa Clavell, o l’Ou fregit (Cotylorhiza tuberculata), anomenada així precisament per la seua semblança amb este popular plat, clàssic en pisos de fadrins i estudiants.
Molt més perillosa és la Fragata portuguesa, també anomenada agua mala (Physalia physalis), present en aigües atlàntiques i molt més rarament al Mediterrani. Es tracta en realitat d’una agrupació de xicotets animals anomenats hidroïdeus, formant una colònia on cada grup té un treball assignat: uns s’encarreguen de la digestió; altres de la captura de preses, i altres de la reproducció. En la part superior tenen la característica vela, d’uns 25 cm, amb la qual les fragates es deixen portar pels corrents marins fins arribar a grans distàncies. En les illes Canàries solen aparéixer de gener a juliol causant a vegades verdaderes invasions i algun atac d’extrema gravetat degut a la potència de les seues toxines.

8. Però, amb tot, la fragata portuguesa no és, ni de llun, l’espècie de medusa més perillosa del món. Estes s’inclouen dins de la classe Cubozoos, i encara que afortunadament són d’aigües tropicals i no apareixen a Espanya, no sobra descriure-les pel perill mortal que suposen per als banyistes. La Vespa marina (Chironex fleckeri) és considerada l’animal més verinós del planeta i la seua toxina és capaç de matar una persona en 3 minuts per parada cardíaca. La vespa marina mata cada any a més persones que la suma de les morts provocades per tota la resta d’animals oceànics, ja que la minúscula quantitat del verí injectat actua ràpidament sobre el sistema nerviós, amb conseqüències sempre fatals per a la víctima, després d’una reacció inicial d’intens dolor, semblant al produït per l’àcid o per un ferro candent.
Una altra espècie de Cubozoo, la Carukia barnesi, és responsable d’un mal que durant molt de temps es va conéixer a Austràlia com a síndrome d’Irukandji, el nom de la tribu aborigen que patia la malaltia. Ningú sabia què la provocava fins que en 1964, Jack Barnes, un metge acostumat a tractar els seus símptomes, es va proposar solucionar l’enigma d’una manera un tant peculiar: va triar una de les platges en què més casos apareixien, es va posar les ulleres de bussejar i va eixir amb un bot a capturar el responsable. Després d’un temps bussejant va trobar un esser summament xicotet: una medusa el cos de la qual no arribava als trenta mil·límetres de llarg. La va capturar i portant-la a terra va deixar que li picara en el braç. Amb ell es trobaven el seu fill i uns socorristes que van accedir a ser picats també, de manera que al cap d’uns minuts els tres patien símptomes idèntics als què caracteritzaven la síndrome d’Irukandji. Havia trobat el culpable!!!.