Ferias y fiestas de otoño

Ferias y fiestas de otoño

Parece que las ferias, como mercados extraordinarios anuales en los que se venden todo tipo de productos, provienen de la tradición comercial grecorromana y tomaron auge en la Europa del siglo XI con el nacimiento de las urbes y la necesidad de establecer un comercio regional que aunase intereses políticos, sociales y religiosos y garantizase la seguridad de comerciantes y productos, gracias a la “paz ferial”.
La concesión de una feria era competencia del rey y se tenía como máximo favor a una población que, gracias a ella, acrecentaba sus posibilidades económicas ya que los beneficios eran controlados únicamente por el municipio beneficiario de la feria.
De carácter agrícola o ganadero, su celebración entre septiembre y noviembre, respondía a varias necesidades: llenar la despensa antes del invierno, renovar herramientas y aperos, reponer útiles domésticos antes de la navidad o compraventa de animales previa a las matanzas.
A partir del siglo XVIII las ferias tradicionales pierden su importancia en toda Europa con las mejoras del comercio, aunque se mantienen con éxito en la Comunidad Valenciana hasta el siglo XX.

Feria Medieval de Mascarell. Autor, Ayuntamiento de Nules

Feria Medieval de Mascarell. Autor, Ayuntamiento de Nules

Hoy las seguimos encontrando por toda la geografía valenciana, “recicladas” en eventos lúdico-festivos: parques de atracciones, muestras de productos artesanales, ferias de maquinaria agrícola, ferias de ganado o ferias/mercados medievales de gran éxito entre el público.
En las comarcas castellonenses destacan las ferias de Onda, Vila-real, La Jana o la Fira del Ramat de Morella.
El carácter comercial y religioso de las ferias hizo que se fijaran en fechas señaladas del calendario, coincidentes con devociones locales, como Santa Catalina, Santa Lucía o Todos los Santos.
Todos los Santos fue instituida en torno al año 1000 por el abad de Cluny, como fiesta de los fieles difuntos o de las ánimas; en memoria de todos los muertos y no sólo en recuerdo de santos y mártires, como había hecho hasta entonces la iglesia.
A partir de ahí, surgieron las leyendas de la noche de ánimas en la que los muertos regresaban del más allá para pedir favores o vengarse de los vivos, reminiscencias del Día de Samaín, año nuevo celta, en el que desaparecían las fronteras entre ambos mundos.

Hoguera para guiar a los difuntos. Autor, Gatogrunje

Hoguera para guiar a los difuntos. Autor, Gatogrunje

Era costumbre en las primeras épocas solicitar donativos por el alma de los muertos, pagar misas, poner luminarias y la bendición de panes o cocas en las iglesias que se distribuían después entre los curas y los pobres para salvar las almas del purgatorio (lo dia de partir lo pa), paso previo para acceder al cielo.
Desde finales de la Edad Media las danzas macabras o de los muertos, el purgatorio y las almas sufrientes tuvieron gran resonancia iconográfica y literaria en toda Europa, alimentada por la epidemia de peste que asoló el territorio a mediados del siglo XIV. Frescos, grabados, bailes de la muerte como autos sacramentales y obras teatrales como Don Juan Tenorio, alusivas al retorno de los desaparecidos, recordaban que ante la muerte no había distinciones sociales.
La víspera de Todos los Santos, día de Ánimas, se preparaban altares en iglesias y casas, con bujías (llumenetes) por cada ser querido fallecido y representaciones macabras del los sufrimientos de los injustos que más tarde serían sustituidas en el altar por fotografías de los difuntos. La familia se reunía para rezar por las almas del purgatorio que, según tradiciones, salían esa noche para visitar a sus familiares por lo que también se les ponía algo de comida para aliviar su regreso al purgatorio al amanecer.

Castañera. Autor, J.A.

Castañera. Autor, J.A.

La celebración ha llegado hasta nuestra época centrada en el homenaje a los difuntos, visitando el cementerio y ofrendando flores a las tumbas. Algunos pueblos, como Artana, aún conservan la tradición de hacer la visita al cementerio en procesión al terminar la misa mayor, incluso con la banda de música.
Gastronómicamente son típicos los dulces conocidos como huesitos de santo (panellets de mort) y aparecen por las calles las “castañeras” que anuncian la llegada del invierno. Sin embargo, se han ido perdiendo algunos hábitos sociales asociados, como estrenar prendas de abrigo y “fer fira” a los nietos (dar dinero para la feria).
Aunque hoy aún se llenan de gente y flores los cementerios está ganando adeptos la fiesta angloamericana del Halloween (víspera de Todos los Santos, All Hallow Even). Con ella se ha popularizado la calabaza encendida que, según una leyenda irlandesa, dio el demonio al malvado Jack para iluminar su alma que vaga sin poder ir ni al cielo ni al infierno. También se ha añadido la antigua creencia celta, según la cual los muertos pedían alimento a los vivos mediante amenazas, hoy transformada en “truco o trato, dulce o truco” (trick-or-treat) con el que los niños disfrazados piden dulces y golosinas.

Rovellón, ingrediente de las Jornadas Gastronómicas de las Setas, Carne y Productos del Otoño en Els Ports

Rovellón, ingrediente de las Jornadas Gastronómicas de las Setas, Carne y Productos del Otoño en Els Ports

A TODO CERDO LE LLEGA SU SAN MARTÍN
En algunas tradiciones la celebración de San Martín está ligada al día de los muertos, ya que este es uno de los cuatro santos, con san Jorge, san Jaime y san Miguel, que conduce a las almas al reino de los cielos a lomos de su blanco caballo. En relación a este, dice la leyenda que como el bondadoso caballo no podía ir al mismo cielo que san Martín, Dios lo convirtió en estrella y da nombre a una constelación.
La celebración de su fiesta da inició a la matanza del cerdo, al mataporc, un rito antes comunal y hoy privado que reúne a las familias para preparar jamones, morcillas, longanizas, embutidos y frito con los que llenar la despensa para todo el año.
A este santo se debe la denominación del Arco Iris como Arco de san Martín que, según el Génesis, representa la alianza entre Dios y los humanos tras el Diluvio Universal. Pero la tradición popular lo atribuye al resultado de una apuesta entre el santo y el diablo: porfiaron por ver quién hacia el arco más grande y más bello; Martín hizo uno de siete colores y el demonio uno de hielo que se derritió enseguida. Por eso, dicen que, tras la lluvia se ven dos arcos, uno brillante y otro que parece su reflejo.
También se dice… se comenta… que donde el arco toca tierra hay un tesoro escondido y que si alguien consigue pasar por debajo de él, cambiará de sexo…

Haciendo chorizos. Autor, Dando una vuelta

Haciendo chorizos. Autor, Dando una vuelta

______________________________________
Traducció al valencià:

Fires i festes de tardor

Pareix que les fires, com a mercats extraordinaris anuals en què es venen tot tipus de productes, provenen de la tradició comercial grecoromana i van prendre auge en l’Europa del segle XI amb el naixement de les urbs i la necessitat d’establir un comerç regional que unira interessos polítics, socials i religiosos i garantira la seguretat de comerciants i productes, gràcies a la “pau firal”.
La concessió d’una fira era competència del rei i es tenia com a màxim favor a una població que, gràcies a ella, acreixia les seues possibilitats econòmiques ja que els beneficis eren controlats únicament pel municipi beneficiari de la fira.
De caràcter agrícola o ramader, la seua celebració entre setembre i novembre, responia a diverses necessitats: omplir el rebost abans de l’hivern, renovar ferramentes i apers, reposar útils domèstics abans del Nadal o compravenda d’animals prèvia a les matances.
A partir del segle XVIII les fires tradicionals perden la seua importància en tota Europa amb les millores del comerç, encara que es mantenen amb èxit a la Comunitat Valenciana fins al segle XX.
Hui les continuem trobant per tota la geografia valenciana, “reciclades” en esdeveniments lúdics festius: parcs d’atraccions, mostres de productes artesanals, fires de maquinària agrícola, fires de bestiar o fires/mercats medievals de gran èxit entre el públic.
En les comarques castellonenques destaquen les fires d’Onda, Vila-real, La Jana o la Fira del Ramat de Morella.
El caràcter comercial i religiós de les fires va fer que es fixaren en dates assenyalades del calendari, coincidents amb devocions locals, com a Santa Caterina, Santa Llúcia o Tots Sants.
Tots Sants va ser instituïda entorn de l’any 1000 per l’abat de Cluny, com a festa dels Fidels Difunts o de les Ánimes; en memòria de tots els morts, i no sols en record de sants i màrtirs, com havia fet fins llavors l’església.
A partir d’ací, van sorgir les llegendes de la nit d’ànimes en què els morts tornaven del més enllà per a demanar favors o venjar-se dels vius, reminiscències del Dia de Samain, any nou celta, en el que desapareixien les fronteres entre ambdós mons.
Era costum en les primeres èpoques sol·licitar donatius per l’ànima dels morts, pagar misses, encendre lluminàries i la benedicció de pans o coques en les esglésies que es distribuïen després entre els capellans i els pobres per a salvar les ànimes del purgatori (lo dia de partir lo pa), pas previ per a accedir al cel.
Des de finals de l’Edat Mitjana les danses macabres o dels morts, el purgatori i les ànimes patidores van tindre gran ressonància iconogràfica i literària en tota Europa, alimentada per l’epidèmia de pesta que va assolar el territori a mitjan segle XIV. Frescos, gravats, balls de la mort com a actuacions sacramentals i obres teatrals com a Don Juan Tenorio, al·lusives al retorn dels desapareguts, recordaven que davant de la mort no hi havia distincions socials.
La vespra de Tots Sants, dia d’Ànimes, es preparaven altars en esglésies i cases, amb bugies (llumenetes) per cada ser volgut difunt i representacions macabres dels patiments dels injustos que més tard serien substituïdes en l’altar per fotografies dels difunts. La família es reunia per a resar per les ànimes del purgatori que, segons tradicions, eixien eixa nit per a visitar els seus familiars pel que també se’ls posava quelcom de menjar per a alleujar el seu retorn al purgatori a l’alba.
La celebració ha arribat fins a la nostra època centrada en l’homenatge als difunts, visitant el cementeri i ofrenant flors a les tombes. Alguns pobles, com Artana, encara conserven la tradició de fer la visita al cementeri en processó a l’acabar la missa major, inclús amb la banda de música.
Gastronòmicament són típics els dolços coneguts com ossets de sant (panellets de mort) i apareixen pels carrers les “castanyeres” que anuncien l’arribada de l’hivern. No obstant això, s’han anat perdent alguns hàbits socials associats, com estrenar roba d’abric i “fer fira” als néts (donar diners per a la fira).
Encara que hui encara s’omplin de gent i flors els cementeris està guanyant adeptes la festa angloamericana de Halloween (vespra de Tots Sants, All Hallow Even). Amb ella s’ha popularitzat la carabassa encesa que, segons una llegenda irlandesa, va donar el dimoni al malvat Jack per a il·luminar la seua ànima que vaga sense poder anar ni al cel ni a l’infern. També s’ha afegit l’antiga creença celta, segons la qual els morts demanaven aliment als vius per mitjà d’amenaces, hui transformada en “truc o tracte, dolç o truc” (trick-or-treat) amb el que els xiquets disfressats demanen dolços i llepolies.

A TOT PORC LI ARRIBA EL SEU SANT MARTÍ
En algunes tradicions la celebració de Sant Martí està lligada al dia dels morts, ja que este és un dels quatre sants (amb sant Jordi, sant Jaume i sant Miquel), que conduïx a les ànimes al regne del cel a lloms del seu blanc cavall. En relació a este, diu la llegenda que com el bondadós cavall no podia anar al mateix cel que sant Martí, Déu el va convertir en estrela i dóna nom a una constel·lació.
La celebració de la seua festa dóna inici a la matança del porc, al mataporc, un ritu abans comunal i hui privat que reunix les famílies per a preparar pernils, botifarres, llonganisses, embotits i fregit amb els que omplir el rebost per a tot l’any.
A este sant es deu la denominació de l’Arc Iris com a Arc de sant Martí que, segons el Gènesis, representa l’aliança entre Déu i els humans després del Diluvi Universal. Però la tradició popular ho atribuïx al resultat d’una aposta entre el sant i el diable: van porfidiejar per veure qui feia l’arc més gran i més bonic; Martín va fer un de set colors i el dimoni un de gel que es va fondre de seguida. Per això, diuen que, després de la pluja es veuen dos arcs, un brillant i un altre que pareix el seu reflex.
També es diu… es comenta… que on l’arc toca terra hi ha un tresor amagat i que si algú aconsegueix passar hi per davall, canviarà de sexe…

____________________________

Fotografía de portada: Escena cotidiana de un mercado medieval, Baja Edad Media. Obra de Pieter Brueghel, el Joven (1564-1638)
____________________________