Artana, Ares, Cirat y Vallibona… 4 cuatro nuevos destinos para Castellón en Ruta
1. El río Anna, o rambla de Artana, pasa junto a la población del mismo nombre después de recibir las aguas de una copiosa fuente junto a la ermita de Santa Cristina. Artana nos evoca un valle de antiquísima población, neolítica, íbera, romana y por supuesto musulmana, a tenor de los numerosos vestigios de asentamientos fechados por esta época. Llegó a ser conocida hasta por el propio emperador Carlos V debido a la revuelta morisca del siglo XVI, en la que su castillo de origen romano jugó una importante baza para la resistencia de los sublevados. Desafortunadamente esta fortaleza tuvo un triste fin al llegar las guerras civiles del XIX, pues fue entonces cuando su torre del homenaje y gran parte de las murallas fueron voladas por el general cristino Borso di Carminati, con el objetivo de que el castillo no pudiese servir de apoyo a la causa carlista.
Bosque de alcornoques en la Sierra de Espadán. Artana. Autor, Manel
2. En Ares del Maestrat podemos encontrar un edificio de extraño aspecto y que no ha muchos años servía para un no menos extraño oficio: la nevera. Antes de la llegada de los frigoríficos industriales, la nieve se almacenaba de forma natural en estos pozos situados por lo común en las zonas más umbrías del interior. La nieve iba apelmazándose para convertirse en hielo, el cual se protegía mediante capas de paja hasta la llegada del verano, cuando el hielo era requerido en las ciudades. Éste se extraía entonces en bloques de unos 60 kg y era cargado en caballerías para su traslado nocturno. Una vez llegados a la zona costera la nieve se vendía con muy diversos fines, entre los que se encontraba la conservación de alimentos o la industria farmacéutica: como anestésico, para bajar la fiebre y para cortar hemorragias fundamentalmente.
Ares del Maestrat. Autor, Patronato provincial de turismo. Diputación de Castellón
3. El río Mijares adopta en los alrededores de Cirat un aspecto encantador. Tras estrechar su curso junto al monte de la Sursida, el terreno se abre de pronto para descubrir, blanca y ligeramente elevada sobre las orillas, la villa de Cirat. El paisaje alterna bancales de árboles frutales, huertas y cañaverales más cerca del río, en el que todavía pueden descubrirse antiguos azudes que servían para embalsar las aguas con vistas al riego. Pero no son solo estos terrenos inmediatos los que justifican una visita al lugar. Cirat cuenta con lugares sumamente pintorescos en las montañas próximas y así, junto al famoso Salto de la Novia, podemos citar también las fuentes de la Salud, de Jara y Macasta, y el arroyo Salinas llamado así por sus aguas salobres, estimadas desde antiguo para el tratamiento de diversas enfermedades de la piel. El contenido en sales era tan grande que, de hecho, durante el siglo XVII se mantuvo aquí una pequeña industria local de producción de sal.
Salto de la Novia. Autor, Cirat un pueblo espléndido
4. Vallibona es una de las contadas localidades de la comarca donde pueden encontrarse unas tierras de origen muy especial: son las arcillas rojas de Morella, utilizadas desde antiguo en la industria cerámica. Estas tierras se formaron hace unos 120 millones de años en lo que debieron ser inmensos pantanos y ciénagas tropicales junto al mar (cuesta imaginar este paisaje en el entorno montañoso de Els Ports). Pero la sorpresa es mayúscula cuando descubrimos que estas aguas fétidas eran el hogar de peces de extraño aspecto, tortugas y cocodrilos, mientras que ocultos entre una lujuriante vegetación vagabundeaban impertérritos los gigantes de aquella época: dinosaurios.
Vallibona. Autor, SuperFriki