En tierras del Bergantes. El santuario de la Verge de la Balma (2ª Parte)
El santuario se encuentra dentro de la balma, y ésta es la razón por la que tanto la iglesia como el campanario son solamente la mitad del conjunto, la parte exterior visible y que se asoma hacia el cauce del Bergantes. Hasta allí se llega por un bello camino junto al cual existe una cruz cubierta del siglo XVII. Durante la procesión que accede todos los años al lugar desde el pueblo se dan en dicha cruz unos parlamentos antiquísimos denominados “del Ángel y del Demonio”, con los cuales se intenta proseguir el devoto camino pese a los impedimentos del maligno.
Calle de Zorita del Maestrazgo. Autor, Joaquín Pons
Esta fe en la superación llevó a muchos endemoniados a poner sus últimas esperanzas en la Virgen de la Balma, cuyo altar se encuentra cercado por una verja. Uno de los ermitaños del lugar cuenta como los enfermos lo eran hasta extremos insospechados, y que ya al aproximarse al santuario comenzaban a echar espuma por la boca y atacaban a sus acompañantes, que a viva fuerza intentaban introducir a estos infelices dentro de la iglesia. Ante la Virgen su reacción era lanzar las obscenidades más horrendas, al tiempo que se desgarraban la ropa en un ataque de furia hasta quedar frente a la imagen santa tal y como vinieron al mundo.
Entrada al santuario de la Verge de la Balma. Autor, Antonio Porcar
El rito de purificación pasaba por atar cintas de colores en los dedos de las manos y de los pies. Los enfermos se revolcaban y se tiraban entre sí de los pelos, gritando y escupiendo mientras un grupo de fieles pagados por los familiares cantaban los gozos en un sonsonete implacable, pues cuanto más cantaban más rápido desaparecía el mal. Al cabo del tiempo los poseídos iban quedándose quietos y callados, inmóviles en el suelo frío del santuario, y poco a poco su mirada extraviada volvía a reflejar un sentido de lo humano, juntaban las manos con devoción y empezaban a rezar.
Río Bergantes. Autor, Tete
Fuera por sugestión, por intercesión divina o algún otro motivo imposible de discernir, lo cierto es que el santuario de la Verge de la Balma es un gran tesoro histórico, patrimonial y etnológico que no debemos dejar de visitar. Al igual que los antiguos peregrinos se alojaban en la hospedería situada junto a la iglesia, y que aún guarda características casi medievales, no está de más que nosotros hagamos otro tanto: que arribemos a este rincón perdido en las anfractuosidades de la Riera del Bergantes, y que lo hagamos con el placer de aquel que busca un poco de sosiego y de paz en medio de las incertidumbres modernas que nos han tocado vivir. Religiosos o no, nuestro espíritu habrá de agradecérnoslo.
Puesta de sol en Zorita del Maestrazgo. Autor, desconocido