La industria del cáñamo en Castellón

La industria del cáñamo en Castellón

El cáñamo, planta originaria de Asia, se empezó a cultivar en la India, China y Japón desde tiempo inmemorial, y su expansión por el resto del mundo se debe a su introducción por las diferentes civilizaciones que colonizaron los territorios. En España, su cultivo, como el de otros muchos productos, fue iniciado por los pueblos islámicos desde principios de la Edad Media. Es una planta herbácea, de crecimiento rápido, que requiere climas cálidos y humedad, por lo que nuestras comarcas eran lugar idóneo para el cultivo de cáñamo industrial, principalmente la Plana y las localidades más próximas al litoral. De sus fibras se obtenían múltiples productos: tejidos, calzado, sogas, y su preparación era totalmente artesanal.

La manufactura del cáñamo se inicia con la recolección de las cañas y requería tres fases de preparación: El “enriuat” era el primer proceso para despegar las fibras aprovechables, que se encuentran en la parte interior de la corteza, mediante fermentación por Bacilus amilobacter, sumergiendo las cañas en agua estancada durante varios días (entre 10 y 15). En Castelló se hacía en balsas, de uso individual o colectivo, situadas al lado de las alquerías, para disponer del abundante agua que circulaba por las acequias. Una vez desprendidas las hojas de los tallos, los fajos de cañas secos se colocaban por capas dentro de las balsas hasta llegar a la altura del remate de las paredes y se cubría la carga con piedras para que no flotara. Durante el tiempo que duraba el proceso, la balsa se iba rellenando por la parte superior, según las necesidades, y salía por desagües del fondo a un pozo ciego (trullo). Cuando el cáñamo estaba “cocido” los fajos se sacaban y se disponían para secarse alrededor de las balsas en posición casi vertical y formando “barracas” para airearlos. Una vez bien secas, se almacenaban formando pilas o calfons unos 8 o 10 días más.

A continuación, el bregat o agramado consistía en separar, manualmente, las partes leñosas de las fibras de cáñamo. Esto se hacía con un artilugio rudimentario, llamado “agramadora o banc d’agramar”; un tronco grueso de madera de higuera, con una profunda hendidura en toda su longitud e inclinado mediante la colocación de dos patas en uno de sus extremos. Los tallos del cáñamo, colocados en la hendidura se golpeaban con un mango de madera de chopo para soltar las fibras, eliminando la parte leñosa con una cuchilla metálica no cortante. Bregar era un trabajo muy lento y pesado que requería mucha fuerza y destreza del agramador y de ahí el refrán «Bon pit, bon canem”.

La última fase de preparación era el Rastrellat por el que se batía la fibra gruesa para ablandarla y quitarle el polvo. Finalmente se obtenían tres clases de productos, según su calidad: apreciadas y duraderas telas con las que se confeccionaban sábanas y ropa interior; alones de velamen y cordería, y las llatas, dedicadas a la industria “espardenyera”. El cáñamo de peor calidad era la estopa que se dedicaba al calafateado de naves. Otro producto era la semilla del cáñamo seca, muy solicitada como alimento de las aves de reclamo de cazadores de parany o enfilat.

Bregat o agramado

Es difícil datar el inicio de este cultivo en Castelló por la falta de referencias documentales pero, según algunos autores, ya en 1560 el cáñamo ocupaba en Castelló el tercer puesto, después del trigo y la seda. Los primeros documentos sobre su producción hacen referencia a limitaciones o prohibiciones en cuanto a su tratamiento, por razones de salud, ya que existía la creencia de que las balsas del cáñamo producían enfermedades, igual que ocurría con el cultivo del arroz. El uso de “cor de canem” se implanta entre las capas populares de la Plana por su bajo coste en relación con otros tejidos y se impone al lino, lana o seda. Muy extendida fue también la industria “espardenyera” a la que se destinaba del 25 al 30% de las producciones. De este, las fibras de más baja calidad se usaban para hacer las suelas.

El cáñamo de buena calidad, trabajado por corders y filadors, se dedicaba a la fabricación de Ionas, cuerdas y cordeles, cuya demanda y consumo se extendía por todo el país para la agricultura, transporte en carros, pesca y navegación. Así, en el siglo XVIII, la tradición del cultivo de cáñamo y su manufactura está totalmente implantada en las tierras de regadío y se produce en toda la Plana, de norte a sur: Almassora, Bejís, Benicarló, Betxí, Borriana, Borriol, Canet lo Roig, Castelló, Forcall, Moncofa, Montan, Nules, Onda, Peníscola, Vila-real, Vinaròs y Xilxes. Al aumentar la demanda para proveer a la Real Marina española, el Estado toma el control del comercio, estableciendo precios a su conveniencia en perjuicio del agricultor y en 1751 monopoliza la compra del cáñamo de Castellón para las Reales Fábricas de lonas y jarcias de Cartagena. La producción alcanza sus cotas más altas pero provoca el malestar de los tejedores que se quedan prácticamente sin producción para su propio trabajo. Según Emilio Obiol Menero, sobre el cáñamo en Castelló de la Plana: Las relaciones entre la Armada y la comarca de la Plana no se reducían solo al envío de cáñamo, sino que también abarcaba a los trabajadores de! mismo. Continuamente se exigían tejedores e hiladores de buena reputación para trabajar en la Real Fábrica de Cartagena pero (…..) en todos los casos se asistía obligatoriamente.

En un principio los mejores eran designados por sorteo según acuerdo del Gremio de Maestros, si bien más tarde y a instancias de la Administración se decretó que fuese por elección ya que tan solo iban los trabajadores enfermos, los holgazanes o los poco hábiles. En 1752, Castelló de la Plana poseía un tercio de los Maestros tejedores en toda la comarca así como suministraba la cuarta parte de los cupos obligatorios con destino a Cartagena. Las condiciones de trabajo, el dinero a ganar y la manera de vivir allí, debían ser realmente calamitosas, puesto que las quejas e intentos de evadir el servicio anual eran muy numerosos. Diego de Riva, gobernador de Valencia, en una visita a Cartagena, le transmite al Gobernador de Castellón que tanto por la gente como por el clima, enfermedades y epidemias, es mejor ir al penal de Espinosa que a la Real Fábrica de Cartagena. La apertura de una nueva factoría de lonas en Cartagena, significó para el cáñamo de Castellón una sobrepresión en la producción y en el trabajo, que en el segundo caso se plasmó con el envío de reclusos. Los productores arrecian sus protestas por cuanto solo se les deja disponer libremente de un tercio de su cosecha, siendo además, el de más mala calidad. A pesar del malestar existente, el cáñamo seguía siendo un cultivo de primera línea en toda la Plana por su apreciada rentabilidad a pesar de los pesares en función de los precios asegurados.

Artesano del Cañamo, La Salzadella. Autor, Luis A.P. Wolgeschaffen

La crisis del producto se inicia por efectos climáticos adversos y plagas pero se desploma por las guerras contra Inglaterra que suponen el fin de la pujanza de la Real Marina, su mayor cliente. Otro factor que redujo fuertemente la demanda, sobre todo de la industria cordelera, fue la revolución del transporte marítimo de todo el mundo al introducirse en los barcos la máquina de vapor y eliminar el velamen, lo que significó el golpe más duro para su cultivo e industrialización. Estas caídas del mercado impelen en toda la Plana la sustitución del cultivo del cáñamo por el de naranjos y la desaparición de la manufactura del cáñamo hacia los años 40 del siglo XX.

De aquellos tiempos, hoy queda el testimonio de la Llotja del cànem y topónimos como Hort dels Corders o Placeta de l’Herba. En la primera década de 1600, cuando el mayor cliente era la marina española, el comisario para las compras de la Armada, Félix Tirado, encarga la construcción de un gran almacén en la actual calle Mayor, al lado de las murallas y en el antiguo portal de l’Om y la plaça de I’Herba, chaflán con las calles de Cavallers y hoy Colón. Aquí se levanta la Llotja del Cànem para realizar las transacciones del producto, con una sola planta y dos fachadas abiertas con dos grandes arcos sobre columnas toscanas. Con la crisis del cáñamo, en 1792 y ante el estado ruinoso que presentaba el edificio, el Ayuntamiento de Castellón acuerda vender una parte; el bajo queda como propiedad municipal y de uso público, mientras que el edificio superior es una vivienda familiar privada. La remodelación del edificio muestra unas fachadas tardo barrocas con pinturas alegóricas de Joaquín Oliet. En 1906 el municipio vende a particulares su parte de la vieja lonja y los nuevos propietarios realizan una nueva intervención, con el cierre de los arcos y la construcción de un entresuelo, para destinar la planta baja a una tienda y el resto del edificio a vivienda. Vicente Castell lleva a cabo la remodelación pictórica, conservando las alegorías de Oliet e incorporando motivos pompeyanos. En 1984 se declara monumento histórico-artístico y finalmente en 1999 la Universidad Jaume I adquirió el edificio para recuperarlo para la ciudad como centro cultural y educativo.

Hoy la Llotja del cànem está catalogada como Bien de Interés Cultural, y figura inscrita en el Patrimonio Nacional y en el Patrimonio Cultural de la Generalitat Valenciana.

Llotja del Cànem

Llotja del Cànem y el Fadrí


Traducció al valencià:

La indústria del cànem a Castelló

El cànem, planta originària d’Àsia, es va començar a cultivar a l’Índia, Xina i Japó des de temps immemorial, i la seua expansió per la resta del món es deu a la seua introducció per les diferents civilitzacions que van colonitzar els territoris. A Espanya, el seu cultiu, com el de molts altres productes, va ser iniciat pels pobles islàmics des de principis de l’Edat Mitjana. És una planta herbàcia, de creixement ràpid, que requerix climes càlids i humitat, per la qual cosa les nostres comarques eren lloc idoni per al cultiu de cànem industrial, principalment la Plana i les localitats més pròximes al litoral. De les seues fibres s’obtenien múltiples productes: teixits, calçat, sogues, i la seua preparació era totalment artesanal.

La manufactura del cànem s’inicia amb la recol·lecció de les canyes i requeria tres fases de preparació: L’enriuat era el primer procés per a desapegar les fibres aprofitables, que es troben en la part interior de la corfa, mitjançant fermentació per Bacilus amilobacter, submergint les canyes en aigua estancada durant varius dies (entre 10 i 15). En Castelló es feia en basses, d’ús individual o col·lectiu, situades al costat de les alqueries, per a disposar de l’abundant aigua que circulava per les séquies. Una vegada despreses les fulles de les tiges, els feixos de canyes seques es col·locaven per capes dins de les basses fins a arribar a l’altura del coronament de les parets i es cobria la càrrega amb pedres perquè no surara. Durant el temps que durava el procés, la bassa s’anava omplint per la part superior, segons les necessitats, i eixia per desaigües del fons a un pou cec (trullo). Quan el cànem estava “cuit” els feixos es treien i es disposaven per a assecar-se al voltant de les basses en posició quasi vertical i formant barraques per a airejar-los. Una vegada ben secs, s’emmagatzemaven formant piles o calfons uns 8 o 10 dies més.

A continuació, el bregat consistia a separar manualment les parts llenyoses de les fibres de cànem. Açò es feia amb un artefacte rudimentari, anomenat “agramadora o banc d’agramar”; un tronc gros de fusta de figuera, amb un profund clavill en tota la seua longitud i inclinat per mitjà de la col·locació de dos potes en un dels seus extrems. Les tiges del cànem, col·locades en el clavill es colpejaven amb un mànec de fusta de xop per a soltar les fibres, eliminant la part llenyosa amb una fulla metàl·lica no tallant. Bregar era un treball molt lent i pesat que requeria molta força i destresa del bregador i d’ací el refrany «Bon pit, bon cànem”.

L’última fase de preparació era el Rastrellat pel que es batia la fibra grossa per a ablanir-la i llevar-li la pols. Finalment s’obtenien tres classes de productes, segons la seua qualitat: apreciades i duradores teles amb què es confeccionaven llençols i roba interior; alerons de velam i cordam, i les llates, dedicades a la indústria espardenyera. El cànem de pitjor qualitat era l’estopa que es dedicava al calafatament de naus. Un altre producte era la llavor del cànem seca, molt sol·licitada com a aliment de les aus de reclam de caçadors de parany o enfilat.

És difícil datar l’inici d’este cultiu en Castelló per la falta de referències documentals però, segons alguns autors, ja en 1560 el cànem ocupava a Castelló el tercer lloc, després del blat i la seda. Els primers documents sobre la seua producció fan referència a limitacions o prohibicions quant al seu tractament, per raons de salut, ja que existia la creença que les basses del cànem produïen malalties, igual que ocorria amb el cultiu de l’arròs. L’ús de “cor de cànem” s’implanta entre les capes populars de la Plana pel seu baix cost en relació amb altres teixits i s’imposa al lli, llana o seda. Molt estesa va ser també la indústria espardenyera a la que es destinava del 25 al 30% de les produccions. D’este, les fibres de més baixa qualitat s’usaven per a fer les soles.

El cànem de bona qualitat, treballat per corders i filadors, es dedicava a la fabricació de lones, cordes i cordells, la demanda i consum dels quals s’estenia per tot el país per a l’agricultura, transport en carros, pesca i navegació. Així, en el segle XVIII, la tradició del cultiu de cànem i la seua manufactura està totalment implantada en les terres de regadiu i es produïx en tota la Plana, de nord a sud: Almassora, Bejís, Benicarló, Betxí, Borriana, Borriol, Canet lo Roig, Castelló, Forcall, Moncofa, Montán, Nules, Onda, Peníscola, Vila-real, Vinaròs i Xilches. A l’augmentar la demanda per a proveir a la Reial Marina espanyola, l’Estat pren el control del comerç, establint preus a la seua conveniència en perjuí de l’agricultor i en 1751 monopolitza la compra del cànem de Castelló per a les Reials Fàbriques de lones i eixàrcies de Cartagena. La producció aconseguix les seues cotes més altes però provoca el malestar dels teixidors que es queden pràcticament sense producció per al seu propi treball. Segons Emilio Obiol Menero, sobre el cànem a Castelló de la Plana: Las relaciones entre la Armada y la comarca de la Plana no se reducían solo al envío de cáñamo, sino que también abarcaba a los trabajadores de! mismo. Continuamente se exigían tejedores e hiladores de buena reputación para trabajar en la Real Fábrica de Cartagena pero (…..) en todos los casos se asistía obligatoriamente.

En un principio los mejores eran designados por sorteo según acuerdo del Gremio de Maestros, si bien más tarde y a instancias de la Administración se decretó que fuese por elección ya que tan solo iban los trabajadores enfermos, los holgazanes o los poco hábiles. En 1752, Castelló de la Plana poseía un tercio de los Maestros tejedores en toda la comarca así como suministraba la cuarta parte de los cupos obligatorios con destino a Cartagena. Las condiciones de trabajo, el dinero a ganar y la manera de vivir allí, debían ser realmente calamitosas, puesto que las quejas e intentos de evadir el servicio anual eran muy numerosos. Diego de Riva, gobernador de Valencia, en una visita a Cartagena, le transmite al Gobernador de Castellón que tanto por la gente como por el clima, enfermedades y epidemias, es mejor ir al penal de Espinosa que a la Real Fábrica de Cartagena. La apertura de una nueva factoría de lonas en Cartagena, significó para el cáñamo de Castellón una sobrepresión en la producción y en el trabajo, que en el segundo caso se plasmó con el envío de reclusos. Los productores arrecian sus protestas por cuanto solo se les deja disponer libremente de un tercio de su cosecha, siendo además, el de más mala calidad. A pesar del malestar existente, el cáñamo seguía siendo un cultivo de primera línea en toda la Plana por su apreciada rentabilidad a pesar de los pesares en función de los precios asegurados.

La crisi del producte s’inicia per efectes climàtics adversos i plagues però es desploma per les guerres contra Anglaterra que suposen la fi de la puixança de la Reial Marina, el seu major client. Un altre factor que va reduir fortament la demanda, sobretot de la indústria cordellera, va ser la revolució del transport marítim de tot el món a l’introduir-se en els vaixells la màquina de vapor i eliminar el velam, la qual cosa va significar el colp més dur per al seu cultiu i industrialització. Estes caigudes del mercat impel·lixen en tota la Plana la substitució del cultiu del cànem pel de tarongers i la desaparició de la manufactura del cànem cap als anys 40 del segle XX.

D’aquells temps, hui queda el testimoni de la Llotja del cànem i topònims com Hort dels Corders o Placeta de l’Herba. En la primera dècada de 1600, quan el major client era la marina espanyola, el comissari per a les compres de l’Armada, Félix Tirado, encarrega la construcció d’un gran magatzem en l’actual carrer Major, al costat de les muralles i en l’antic portal de l’Om i la plaça de l`Herba, xamfrà amb els carrers de Cavallers i hui Colom. Ací s’alça la Llotja del Cànem per a realitzar les transaccions del producte, amb una sola planta i dos fatxades obertes amb dos grans arcs sobre columnes toscanes. Amb la crisi del cànem, en 1792 i davant de l’estat ruïnós que presentava l’edifici, l’Ajuntament de Castelló acorda vendre una part; el baix queda com a propietat municipal i d’ús públic, mentres que l’edifici superior és una vivenda familiar privada. La remodelació de l’edifici mostra unes fatxades tardo barroques amb pintures al·legòriques de Joaquín Oliet. En 1906 el municipi ven a particulars la seua part de la vella llotja i els nous propietaris realitzen una nova intervenció, amb el tancament dels arcs i la construcció d’un entresòl, per a destinar la planta baixa a una botiga i la resta de l’edifici a vivenda. Vicente Castell du a terme la remodelació pictòrica, conservant les al·legories d’Oliet i incorporant motius pompeians. En 1984 es declara monument històric artístic i finalment en 1999 la Universitat Jaume I va adquirir l’edifici per a recuperar-lo per a la ciutat com a centre cultural i educatiu.

Hui la Llotja del cànem està catalogada com Bé d’Interés Cultural, i figura inscrita en el Patrimoni Nacional i en el Patrimoni Cultural de la Generalitat Valenciana.