lana wool

El comercio medieval de la lana en Castellón

Entre los siglos XIII y XVII, la lana constituyó el principal recurso económico de muchas de nuestras comarcas.

En los territorios donde la ganadería ovina y la producción de lana constituía un elemento significativo de la economía local, esta materia prima supuso el nacimiento de un comercio y una elaboración manufacturera, que, aunque en sus inicios destinada al autoabastecimiento, pronto se convirtió en la mayor actividad artesanal de los pueblos, en algunos de los cuales llegó a ser la principal ocupación de los vecinos, sobre todo en Els Ports y El Maestrat.

A comienzos del siglo XIV los gravámenes impuestos sobre la lana inglesa que monopolizaba el mercado obligaron a los tejedores italianos a buscar la materia prima en otras regiones mediterráneas ganaderas. Así, los marchantes descubren el potencial productor de las comarcas castellonenses, cuyo comercio empiezan a controlar de tal manera que, por ejemplo, la compañía Datini de la localidad de Prato, estableció agencias con almacenes en las principales villas del Maestrat (Sant Mateu en 1393; Morella en 1396; Salzadella en 1399), creando una red que controlaba toda la producción de lana, incluso antes de esquilar las ovejas.

Ya en el siglo XV este negocio había dado a la lana de nuestras comarcas un gran prestigio en Europa, principalmente en Italia. Desde los puertos de Peñíscola, Vinaròs y Castellón, la lana se enviaba a los puertos de Génova, Pisa, Talamonte o Venecia con destino a las fábricas de La Toscana y Lombardía, o para su redistribución hacia el resto de Europa.

esquilando oveja

Esquilando ovejas

ovejas

Ovejas

Con la entrada en el mercado internacional, nace en las localidades productoras un potente sector de comerciantes y de drapers. Familias como los Valls de La Salzadella, los Santalinea de Morella, los Spígol de Catí, o los Comí de Sant Mateu, constituían una poderosa oligarquía local que, a través de diferentes cargos públicos, controlaba la actividad ganadera, comercial y manufacturera de la lana.

Pero cuando el mercado entró en crisis, una parte importante de estos comerciantes se trasladó a Valencia y Barcelona, y dejaron a la zona sumida en una economía rural casi de subsistencia como en sus inicios.

En la provincia, los mercados internacionales importantes se centraron en Sant Mateu y Morella que aglutinaban casi todo el volumen de negocio de sus propias comarcas y colindantes. Sant Mateu fue una de las poblaciones más relevantes del Reino de Valencia gracias a sus transacciones con Florencia y a ser el principal centro de comercialización de Castellón.

De hecho, en los mercados europeos la lana de nuestras comarcas se conocía con la denominación genérica de Llana de Sant Mateu y era apreciada por su gran calidad, comparable a la de las lanas inglesas consideradas las mejores de Europa durante toda la Edad Media.

Sant Mateu

Sant Mateu

La Salzadella

La Salzadella

Según la procedencia geográfica, los mercaderes italianos distinguían 3 tipos de Llana de Sant Mateu: la lane di Piano, de la zona llana costera del Maestrat y comarcas vecinas; la lane di Port, de las montañas interiores, sobre todo Morella y Els Ports; y la lane comunal de los pueblos del interior de Teruel, como Mosqueruela o Valdelinares.

Por otra parte, el negocio regional se articulaba a través de Sant Pau d’Albocàsser importante cruce de caminos medievales de las rutas que conectaban el Reino de Valencia con importantes mercados de la antigua Corona de Aragón (Alcañiz, Tortosa, Zaragoza, Lleida e incluso el Languedoc francés), articulando una red viaria clave para el desarrollo del comercio de la lana del Maestrat a todos los niveles.

lana

Lana

Morella

Morella

Morella, además de la venta de la lana, también vivía del mercado de los productos elaborados con ella, hasta el punto de que, durante la Edad Media y siglos posteriores, llegaron a trabajar en la ciudad hasta 500 telares.

En sus inicios, el trabajo textil era de un nivel doméstico, sin especialización, compaginándolo con las tareas agrícolas y ganaderas de la población. Los oficios se reducían a tejedores y pelaires, oficio que abarcaba múltiples tareas.

El pelaire (o pelador) se encargaba de comprar y preparar la lana previa a su transformación en paños, controlando todo el proceso de lavarla, peinarla y cardarla. Se trataba de una función que la autoridad de la localidad asignaba en exclusividad a un profesional que realizaba el servicio a los lugareños a un precio fijado previamente, lo que generó conflictos en diversas villas a finales del siglo XIV por las trabas que imponía este monopolio al resto de la población.

La tradición textil de lana de Morella es una de la más antiguas y durante siglos ha sido su primera actividad económica y la de toda la comarca de Els Ports. Alforjas, fajas y mantas morellanas de vivos colores, mantas muleras,… fueron los productos dominantes a partir del siglo XVIII y aún hoy gozan de gran prestigio.

Manta Morellana. Artesano Julian Garcia

Manta Morellana. Artesano Julián García

Museo de la Faixa en Cinctorres

Museo de la Faixa en Cinctorres

De famosa tradición son las fajas de Cinctorres, a las que la población ha dedicado un museo, cuya elaboración está documentada desde hace al menos tres siglos. Eran confeccionadas en talleres, después fábricas, y vendidas por “el faixero» que en carro o bicicleta viajaba por todo el territorio peninsular repartiendo el producto.

Durante el siglo XIX y principios del XX, la población morellana vivía exclusivamente de la producción textil y derivados, y contaba con un complejo industrial de envergadura, la Fábrica Giner que inicia su actividad en 1870. Conectada con la industria catalana, en ella no se realizaba el proceso completo de la lana, sino sólo una parte (selección, escaldado, lavado y teñido), finalizada la cual se enviaba a hilar a Cataluña, principalmente a Sabadell y Terrassa, y volvía de nuevo a la Fábrica Giner para el tejido.

Siguiendo el modelo catalán de la época, la fábrica Giner era una colonia que disponía para sus obreros de todo lo necesario, como vivienda, escuela y ermita.

Dentro del territorio del Maestrat, Catí también hizo fortuna con el comercio medieval de la lana y fue una de las épocas de esplendor de la localidad. Los abundantes pastos del valle mantenían una buena cabaña ovina que proporcionó grandes ganancias a los comerciantes cuyas espléndidas viviendas siguen en pie enriqueciendo el núcleo antiguo de la población, como la Casa Miralles, la Casa dels Montserrat o la Casa Espígol.

Casa Miralles de Cati

Casa Miralles de Catí


Traducció al valencià:

EL COMERÇ MEDIEVAL DE LA LLANA A CASTELLÓ

Entre els segles XIII i XVII, la llana va constituir el principal recurs econòmic de moltes de les nostres comarques.

En els territoris on la ramaderia ovina i la producció de llana constituïa un element significatiu de l’economia local, aquesta matèria primera va suposar el naixement d’un comerç i una elaboració manufacturera, que, encara que en els seus inicis destinada a l’autoproveïment, prompte es va convertir en la major activitat artesanal dels pobles, en alguns dels quals va arribar a ser la principal ocupació dels veïns, sobretot a Els Ports i El Maestrat.

Al començament del segle XIV els gravàmens imposats sobre la llana anglesa que monopolitzava el mercat van obligar els teixidors italians a buscar la matèria primera en altres regions mediterrànies ramaderes. Així, els marxants descobreixen el potencial productor de les comarques castellonenques, el comerç de les quals comencen a controlar de tal manera que, per exemple, la companyia italiana Datini, va establir agències amb magatzems en les principals viles del Maestrat (Sant Mateu en 1393; Morella en 1396; La Salzadella en 1399), creant una xarxa que controlava tota la producció de llana, fins i tot abans de trasquilar les ovelles.

Ja en el segle XV aquest negoci havia donat a la llana de les nostres comarques un gran prestigi a Europa, principalment a Itàlia. Des dels ports de Peníscola, Vinaròs i Castelló, la llana s’enviava als ports de Gènova, Pisa, Talamonte o Venècia amb destinació a les fàbriques de La Toscana i Llombardia, o per a la seua redistribució cap a la resta d’Europa.

Amb l’entrada en el mercat internacional, naix un potent sector de comerciants i de drapers. Famílies com els Valls de La Salzadella, els Santalinea de Morella, els Spígol de Catí, o els Comí de Sant Mateu, constituïen una poderosa oligarquia local que, a través de diferents càrrecs públics, controlava l’activitat ramadera, comercial i manufacturera de la llana.

Però quan el mercat va entrar en crisi, una part important d’aquests comerciants es va traslladar a València i Barcelona, i van deixar a la zona sumida en una economia rural quasi de subsistència com en els seus inicis.

A la província, els mercats internacionals importants es van centrar en Sant Mateu i Morella que aglutinaven quasi tot el volum de negoci de les seues pròpies comarques i confrontants. Sant Mateu va ser una de les poblacions més rellevants del Regne de València gràcies a les seues transaccions amb Florència i a ser el principal centre de comercialització de Castelló.

De fet, en els mercats europeus la llana de les nostres comarques es coneixia amb la denominació genèrica de Llana de Sant Mateu i era apreciada per la seua gran qualitat, comparable a la de les llanes angleses considerades les millors d’Europa durant tota l’Edat mitjana.

Segons la procedència geogràfica, els mercaders italians distingien 3 tipus de Llana de Sant Mateu: la lane di Piano, de la zona plana costanera del Maestrat i comarques veïnes; la lane di Port, de les muntanyes interiors, sobretot Morella i Els Ports; i la lane comunal dels pobles de l’interior de Terol, com Mosqueruela o Valdelinares.

D’altra banda, el negoci regional s’articulava a través de Sant Pau d’Albocàsser important encreuament de camins medievals de les rutes que connectaven el Regne de València amb importants mercats de l’antiga Corona d’Aragó (Alcanyís, Tortosa, Saragossa, Lleida i fins i tot el Llenguadoc francès), una xarxa viària clau per al desenvolupament del comerç de la llana del Maestrat a tots els nivells.

Morella, a més de la venda de la llana, també vivia del mercat dels productes elaborats amb ella, fins al punt que, durant l’Edat mitjana i segles posteriors, van arribar a treballar a la ciutat fins a 500 telers.

En els seus inicis, el treball tèxtil era d’un nivell domèstic, sense especialització, compaginant-lo amb les tasques agrícoles i ramaderes de la població. Els oficis es reduïen a teixidors i paraires (o peraires), ofici que abastava múltiples tasques.

El paraire s’encarregava de comprar i preparar la llana prèvia a la seua transformació en draps, controlant tot el procés de llavar-la, pentinar-la i cardar-la. Es tractava d’una funció que l’autoritat de la localitat assignava en exclusivitat a un professional que realitzava el servei als vilatans a un preu fixat prèviament, la qual cosa va generar conflictes en diverses viles a la fi del segle XIV per les traves que imposava aquest monopoli a la resta de la població.

La tradició tèxtil de llana de Morella és una de la més antigues i durant segles ha sigut la seua primera activitat econòmica i la de tota la comarca de Els Ports. Alforges, faixes i mantes morellanes de vius colors, mantes muleres,… van ser els productes dominants a partir del segle XVIII i encara hui gaudeixen de gran prestigi.

De famosa tradició són les faixes de Cinctorres, que tenen dedicat un museu en la població, l’elaboració de les quals està documentada des de fa almenys tres segles. Eren confeccionades en tallers, després fàbriques, i venudes per “el faixero» que amb carro o bicicleta viatjava per tot el territori peninsular repartint el producte.

Durant el segle XIX i principis del XX, la població morellana vivia exclusivament de la producció tèxtil i derivats, i comptava amb un complex industrial d’envergadura, la Fàbrica Giner que inicia la seua activitat en 1870. Connectada amb la indústria catalana, en ella no es realitzava el procés complet de la llana, sinó només una part (selecció, escaldat, rentada i tenyit), finalitzada la qual s’enviava a filar a Catalunya, principalment a Sabadell i Terrassa, i tornava de nou a la Fàbrica Giner per al teixit.

Seguint el model català de l’època, la fàbrica Giner era una colònia que disposava per als seus obrers de tot el necessari, com a habitatge, escola i ermita.

Dins del territori del Maestrat, Catí també va fer fortuna amb el comerç medieval de la llana que va ser una de les èpoques d’esplendor de la localitat. Les abundants pastures de la vall mantenien una bona cabanya ovina que va proporcionar grans guanys als comerciants, els esplèndids habitatges dels quals continuen en peus enriquint el nucli antic de la població, com la Casa Miralles, la Casa dels Montserrat o la Casa Espígol.