Barracas del Maestrat, el arte de la piedra seca
El Maestrat histórico de la provincia de Castellón es una de las comarcas con mayor personalidad de nuestro país conservando unas muy profundas raíces antropológicas.
En su accidentada geografía alberga el más completo repertorio de construcciones de piedra seca, cuyo estudio e importancia supera los límites de la arquitectura propiamente dicha.
Paredes que protegen cultivos, muros que sostienen bancales, y barracas o casetas, muchas de las cuales jalonan tramos del trazado de la Vía Augusta y pudieron ser testigos oculares de su construcción.
Nos adentramos en las agrestes sierras del interior de la provincia de Castellón, quebradas en profundos barrancos de carácter torrencial, donde soplan fuertes vientos y la erosión va firmando su paso por el atormentado paisaje. En el horizonte, campos vallados por paredes de piedras acumuladas ordenadamente delimitando modestas áreas de cultivo y en ellos un elemento constante cuya silueta entronca estrechamente con el entorno llegando a fundirse con él: la barraca o caseta, singular construcción atemporal, legado cultural de nuestros antepasados en un paisaje construido y modelado por la intervención humana.
La abundancia de rocas calizas en los suelos y la escasez de tierra fértil son el origen y la materia prima de estas construcciones. Los habitantes históricos de esta comarca se han visto obligados a trabajar duramente para poder conseguir superficies para cultivar y sustentarse, bien haciendo bancales en zonas con fuertes pendientes, bien extrayendo piedras del suelo y añadiendo tierra en las zonas más llanas.
Y ¿qué hacer con toda la piedra que se separaba de la tierra? Pues muros para sostener los bancales, paredes para delimitar las fincas y barracas o casetas con diversas finalidades.
Piedra sobre piedra, a lo largo de los siglos, los diferentes pobladores han ido transformando el paisaje, creando kilómetros de paredes, miles de barracas cubiertas con falsa bóveda, aljibes, balsas, neveras…
Las barracas revisten gran interés por sus singulares características constructivas. Las piedras, generalmente calizas, cortadas en lajas o preparadas en bloques, se ajustan y ordenan entre ellas sin ninguna clase de argamasa, mezcla o cemento, configurando un compacto refugio que aísla de los elementos atmosféricos adversos (viento, lluvia, frío o calor).
El trabajo de la piedra seca era realizado por el paredador que a menudo no era un profesional de la piedra, sino el propio agricultor o pastor cuya técnica y experiencia se transmitía de generación en generación. En este sentido, los pastores han tenido un papel relevante en la construcción y mantenimiento ya que mientras pastoreaban iban poniendo piedras y reparando, a menudo sólo con sus propias manos.
Secada y partida la piedra, se puede tallar en bloques perfectamente cuadrados, como los de sillería; entonces se trabaja golpeando con la maza sobre punteros que quitan lo mayor y cinceles que desbastan la piedra. Algunos trabajos de más precisión podían requerir la bujarda para refinar las piedras que van a emplearse como dinteles, jambas y esquinas. El resto del material lítico son piedras colocadas directamente en los muros y techumbres, después de haber sido cortadas con la barra hasta alcanzar el tamaño deseado. Como mucho se pulen las puntas y aristas que puedan molestar, o las piedras que no encajen, con una piqueta o con la maza conforme se va construyendo. Todo ello siguiendo la norma del buen paredador: toda piedra debe estar encima de dos piedras y tener dos encima.
Generalmente con una sola estancia para personas y animales, hay barracas de tres tamaños: grandes, capaces de acoger un buen número de personas, animales de carga o carruajes; medianas, que pueden cobijar a tres o cuatro personas con cierta holgura; y pequeñas en las que cabe poco más que una persona. Y parece demostrado que las barracas van reduciendo su tamaño a medida que se acercan al litoral.
Pero también pueden clasificarse por su uso (refugio de agricultores, de pastores, de ganado o almacenes); por su ubicación; por la forma exterior o interior; por la abertura de entrada,…en definitiva tipologías muy diversas y funcionales.
En algunas zonas están asociadas a aljibes, pozos o con las antiguas norias hispano-musulmanas, con las que, mil años después, aún se sigue extrayendo el agua del subsuelo, desde varios metros de profundidad.
De origen incierto y prehistórico algunas tipologías de barracas, como las de falsa volta, parecen proceder del Próximo Oriente y se estima que se llevan construyendo desde la época árabe y la Edad Media hasta mediados del siglo XX.
En España se encuentran principalmente en Cataluña, Aragón, Islas Baleares, Castilla y Comunidad Valenciana, recibiendo diferentes denominaciones según el territorio (cabañas, cachirulos, casetes de volta, bombos en Tomelloso…) pero es en la comarca del Maestrat castellonense donde alcanzan su máxima expresión con miles de construcciones y miles de kilómetros de paredes.
El arte de construcción en piedra seca también es tradicional en zonas rurales de Croacia, Chipre, Francia, Grecia, Italia, Eslovenia y Suiza, y fue declarado en 2018, por el Comité de Salvaguardia de la Unesco, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por su valor histórico y ecológico.
Autor: Francisco Javier Miralles
Autor: Francisco Javier Miralles
Autor: Francisco Javier Miralles
Una leyenda…
Se da a veces el caso de encontrarse solo un labriego por todo ocupante de la barraca; pero estas gentes, habituales a las privaciones, a los rudos trabajos, e, indistintamente, a la compañía y a la soledad, no sienten, por lo general, el miedo. Mas éste, como algunas otras cosas, puede presentarse en quien menos se piense y cuando menos se crea, como lo prueba esta narración de un longevo pastor del Maestrazgo.
Fue el sucedido un día de crudo invierno. Llegó solo un joven zagalón al apartado habitáculo, situado en plena montaña. No había nadie –que se viese- en ella. Desenjaezó sus mulas, diólas pienso y, por último, prendió en el hogar unos leños bien secos que como incipiente combustible del pueblo llevaba, a fin de calentarse y preparar el condumio, cantandillo, a todo esto, sus endechas en recuerdo del amor que a 10 leguas de distancia dejaba. Una vez terminado todo ello preparóse para cenar y, apartada ya la sartén y con pan y navaja en mano, ocurriósele decir en alta voz, al mismo tiempo que se sentaba, con tono irónico al creer firmísimamente en su completa soledad:
– ¡Vaya!, ¿ustedes gustan?
Y no bien hubo acabado de pronunciar aquellas contadas palabras cuando oyó que respondían con hoscas y entrecortadas voces, desde el fondo de la destartalada estancia:
– ¡Muchas gracias! ¡Qué aproveche!
Eran unos labradores, tendidos e invisibles en un rincón de la barraca, en la que antes de llegar el mancebo habíanse guarecido, despeados por el largo caminar, para pasar la noche, los que, creyéndose en verdad invitados, así contestaban.
Pero el joven labriego, que dijo aquellas palabras plenamente convencido de ser él la única persona que allí alentaba, no imaginando, por ende, que nadie le respondería, recibió el susto más formidable que cabe concebir. Se produjo en él una brusca reacción y levantóse en actitud vesánica.
Precipitadamente unció de nuevo los semovientes, sin voluntad ni dominio de sí, tembloroso y balbuciente, obsedido por la idea de la veloz huída, y a toda prisa, dejando allí la mayor parte de los aperos que del pueblo había llevado, partió en retorno hacia el mismo a todo el galope de la fustigada yunta, despavorido, aterrado, jadeante como alma que lleva el diablo.
Apenas si con entrecortadas palabras pudo después explicar lo sucedido. Postrado y abatido, a los pocos días murió.
Bombo de Tomelloso
Bombo de Tomelloso
Bombo de Tomelloso
Traducció al valencià:
Barraques del Maestrat, l’art de la pedra seca
El Maestrat històric de la província de Castelló és una de les comarques amb major personalitat del nostre país conservant unes molt profundes arrels antropològiques.
En la seua accidentada geografia alberga el més complet repertori de construccions de pedra seca, l’estudi i importància de les quals supera els límits de l’arquitectura pròpiament dita.
Parets que protegixen cultius, murs que sostenen bancals, i barraques o casetes, moltes de les quals jalonen trams del traçat de la Via Augusta i van poder ser testimonis oculars de la seua construcció.
Ens endinsem en les agrestes serres de l’interior de la província de Castelló, congostos en profunds barrancs de caràcter torrencial, on bufen forts vents i l’erosió va firmant el seu pas pel turmentat paisatge. En l’horitzó, camps tancats per parets de pedres acumulades ordenadament delimitant modestes àrees de cultiu i en ells un element constant la silueta del qual entronca estretament amb l’entorn arribant a fondre’s amb ell: la barraca o caseta, singular construcció atemporal, llegat cultural dels nostres avantpassats en un paisatge construït i modelat per la intervenció humana.
L’abundància de roques calcàries en els sòls i l’escassetat de terra fèrtil són l’origen i la matèria primera d’estes construccions. Els habitants històrics d’esta comarca s’han vist obligats a treballar durament per a poder aconseguir superfícies per a cultivar i sustentar-se, bé fent bancals en zones amb forts pendents, bé extraient pedres del sòl i afegint terra en les zones més planes.
I què fer amb tota la pedra que se separava de la terra? Doncs murs per a sostindre els bancals, parets per a delimitar les finques i barraques amb diverses finalitats.
Pedra sobre pedra, al llarg dels segles, els diferents pobladors han anat transformant el paisatge, creant quilòmetres de parets, milers de barraques cobertes amb falsa volta, aljubs, basses, neveres….
Les barraques tenen especial interés per les seues singulars característiques constructives. Les pedres, generalment calcàries, tallades en lloses o preparades en blocs, s’ajusten i ordenen entre elles sense cap classe d’argamassa, mescla o ciment, configurant un compacte refugi que aïlla dels elements atmosfèrics adversos (vent, pluja, fred o calor).
El treball de la pedra en sec era realitzat per un paredador que sovint no era un professional de la pedra, sinó el propi agricultor o pastor, la tècnica i experiència del qual es transmetia de generació en generació. En este sentit, els pastors han tingut un paper rellevant en la construcció i manteniment ja que mentres pasturaven anaven posant pedres i reparant, sovint només amb les seues pròpies mans.
Eixugada i partida la pedra, es pot tallar en blocs perfectament quadrats, com els de carreu; llavors es treballa colpejant amb el mall sobre punters que lleven el major i que desbasten la pedra. Algunes feines de més precisió podien requerir escarpre o plomada per refinar les pedres que van a emprar-se com a llindes, muntants i cantonades. La resta del material lític són pedres col·locades directament en els murs i sostres, després d’haver sigut tallades amb la barra fins a arribar a la grandària desitjada. Com a màxim es poleixen les puntes i arestes que puguen molestar, o les pedres que no encaixen, amb una perpalina o amb la maça conforme es va construint. Tot això seguint la norma del bon paredador: tota pedra ha d’estar damunt de dos pedres i tindre dos damunt.
Generalment amb una sola estança per a persones i animals, hi ha barraques de tres grandàries: grans, que poden acollir un bon nombre de persones, animals de càrrega o carruatges; mitjanes, que poden albergar a tres o quatre persones amb una certa folgança; i xicotetes en les que cap poc més que una persona. I pareix demostrat que les barraques van reduint la seua dimensió a mesura que s’acosten al litoral.
Però també poden classificar-se pel seu ús (refugi d’agricultors, de pastors, de bestiar o magatzems); per la seua ubicació; per la forma exterior o interior; per l’obertura d’entrada,….En definitiva tipologies molt diverses i funcionals.
En algunes zones estan associades a aljubs, pous o amb les antigues sènies hispanomusulmanes, amb les que, mil anys després, encara es continua extraient l’aigua del subsòl, des de diversos metres de profunditat.
D’origen incert i prehistòric algunes tipologies de barraques, com les de falsa volta, pareixen procedir del Pròxim Orient i s’estima que es porten construint des de l’època àrab i l’Edat Mitjana fins mitjan del segle XX.
En l’Estat Espanyol es troben principalment a Catalunya, Aragó, Illes Balears, Castella i Comunitat Valenciana, rebent diferents denominacions segons el territori (cabanyes, catxerulos, casetes de volta…) però és en la comarca del Maestrat castellonenc on aconseguixen la seua màxima expressió amb milers de construccions i milers de quilòmetres de parets.
L’art de construcció de pedra en sec també és tradicional en zones rurals de Croàcia, Xipre, França, Grècia, Itàlia, Eslovènia i Suïssa, i va ser declarat en 2018, pel Comité de Salvaguarda de la UNESCO, Patrimoni Cultural Immaterial de la Humanitat pel seu valor històric i ecològic.
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